domingo, 1 de julio de 2012

Esoterismo.

Se me han dirigido dos alumnos de hace años en esta semana para agradecerme uno el blog de  (anti) bioetica, la otra clases sobre la justicia. Ciertamente sus mensajes son consoladores pero no se si suficientes para vencer la creciente convicción de que uno debería ser mas esotérico y menos exotérico y guardarse sus cosas, es decir, lo que con cierta dificultad adivina sobre la realidad, en contacto ciertamente con quienes escribieron hace siglos, para algún circulo discreto de pocos amigos.
Para jugar a don Colacho hay que ser millonario como este y así no temer fustigar al tonto en un auditorio probablemente lleno de tontos. Para hablar, que no para pensar, vale mas servirse de Gracian y el disimulo que de la fina brutalidad de Gómez Dávila. Piensese en el intento de atraer al estudiante al comentario directo del texto clásico, cuando se ha procurado durante años alejarle de los mismos, situando entre el estudiante y todo posible texto la barrera idiota de la píldora del esquema fabricado por el profesor; y eso cuando no se ha pretendido hacer de la última moda de Teoría del Derecho la panacea  que todo lo aclara.
Lo mismo podríamos decir de la bioética, explicada como muestra de la gran preocupación moral de nuestro tiempo, ocultando la cruda realidad, esto es, que es la prueba de la ausencia de todo límite moral en el actuar de nuestro tiempo.    
En cuanto a la ética corporativa yo no se si tiene sentido mostrar su ambiguo carácter a personas que no tienen tiempo ni ganas de percibir ninguna ambigüedad y tan sólo buscan recetarios para triunfar. Ciertamente algunas veces he percibido la sensación opuesta, es decir, que el lector o el auditorio piensan que soy demasiado complaciente y que no saco las radicales consecuencias que ellos perciben en cuanto se plantea el problema; que hay un cierto temor a censurar demasiadas cosas admitidas y que  los compromisos de la vida te impiden ver lo que hay y decir lo que ves.

No hay comentarios:

Publicar un comentario