domingo, 2 de abril de 2017

Qué sufrimiento se elimina en la eutanasia.

Charlo con S. en la Pedriza, en el sol y sombra donde se siente aún el frío primaveral durante las paradas.
Me recuerda algo que he leído y luego escrito en alguna parte. El sufrimiento que se quiere evitar con la muerte digna es el del cuidador o el del espectador. Nadie lo puede saber mejor que él, que ha acompañado a dos moribundos ejemplares en los últimos tres años.
Este olvido del sufrimiento, su ocultación, tiene, por supuesto,  causa en el sentimentalismo contemporáneo, pero también tiene causa ideológica. El hombre que no muere, peculiar tipo postmoderno, tiene que ocultar, casi con crueldad, todo sufrimiento.
La muerte y los sufrimientos refutan la creencia en el hombre-dios. ¡Menudo dios el que debe sobrellevar sus miserias en una cama hospitalaria!.
Rumiando estos pensamientos doy con un texto de Jiménez Lozano sobre los casos del Severo Ochoa, a los que dió carpetazo Manuela Carmena.
Aquí lo copio. Él lo dice mejor:
"Tratamientos sedantes"en un clínica de Leganés, que son aplicados precisamente cuando están contraindicados, según dicen algunos médicos, y equivalen entonces a la muerte,decidida por quienes los aplican. ¡Ojalá que no sean así las cosas!, pero el aspecto que presentan es el de la muerte en la Granja por falta ya de rentabilidad, por vejez, enfermedad, etcétera. Y el higienismo hitleriano, con locuciones retóricas siniestras como "la muerte digna", me parece que, si recibe la unción democrática del Parlamento, puede convertirse muy pronto en "Alto Progreso" o "Derecho Inalienable del Estado", un nuevo nombre para el crimen.

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