lunes, 10 de abril de 2017

Altruismo y útero en alquiler.

No digo maternidad subrogada, pues como prevén quienes me han oído estos días, voy a atizarle al altruismo. Debo confesar mi desconcierto. Yo creía que casi todos verían con claridad la máscara del altruismo, incluso sin la lectura de Nietzsche, pero parece  que no. La fuerza de los grandes nombres, de las palabras que ya no pueden evocar nada, pues evocan los grandes crímenes se mantiene intacta en algunas mentes, y ni la lectura de La política y el idioma inglés o la de 1984 de George Orwell conjuran el hechizo.
Si B. o N. arguyen con fuerza sobre el altruísmo es que estaban convencidas. Yo por mi parte he decidido hace años renunciar a la apología. Pongo, por tanto, mis pensamientos un poco en orden, por ver si mi convicción se disipa o alguno encuentra punto de apoyo.
Casi nada de lo aquí expuesto, como siempre pasa, se me ha ocurrido a mí. Unas cosas son de Quino, otras de Pablo, sin olvidar a Federico y, por supuesto, Vicente.
Empiezo por lo más obvio. Del altruismo venimos. La técnica denominada altruista de usar el útero de una mujer para gestar y entregar luego al niño se construyó sobre el "deseo de unos padres estériles" y el altruismo del técnico, que hay que tener narices, estos técnicos y sus clínicas son ahora el altruismo, y la decisión altruista de la madre que entregaba su hijo tras gestarlo sin contraprestación, es decir, gratuitamente.

Si venimos del altruismo, al menos en la argumentación de los países "pioneros" y estamos donde estamos en el nivel internacional, con las granjas de mujeres, no parece que incluir el argumento resista el contraste de la pendiente deslizante lógica. Mi punto de vista sería el siguiente. En España no hay maternidad subrogada legal, hay gente que acude a sistemas no altruistas, que se generalizan cada vez que se puede, pues el ser humano no es el sujeto de película de sobremesa dominical, sino cada uno de nosotros con sus tentaciones muy conocidas. Pasar de la prohibición al altruismo, no es pasar al altruismo, sino de una prohibición que se burla a una autorización que se expande.
Para ello se busca un sujeto inexistente (prácticamente) cuyo altruismo o, más bien, gratuidad sirve para encubrir toda la operación en las discusiones bioéticas que son plenamente complacientes.
Sacar el altruismo a colación es igualmente hipócrita. Tenemos un problema internacional de explotación de mujeres, con una tendencia creciente, y vamos a legalizarlo altruistamente en los países de recepción, donde precisamente la mayoría de los deseos reproductores no encuentran ninguna respuesta altruista. No hay tantos sujetos kumbayá ni tantos parientes para ello. Lo que ocurrirá es que tendremos algunos que han accedido legalmente y otros a los que se les niega por no haber tenido la fortuna de encontrar al pardillo, en este caso pardilla, que cumpla con altruismo el deseo. A medio plazo veremos al mecanismo del agravio comparativo jugando a favor del "derecho para todos", esta vez pagando

A Quino le debo caer en la cuenta de la falacia del altruismo. En efecto la calificación del comportamiento de la mujer como altruista no convierte en altruista todo el procedimiento. Más bien parece que encubre fuertes intereses, cuya garantía jurídica frente a otros derechos en juego y, sobre todo, frente al principio de que la maternidad sigue al parto, no es necesaria y puede abrir camino a todo tipo de abusos.
Por supuesto no es altruista, no lo ha sido hasta ahora, el comportamiento de un sector, el de la reproducción asistida, cuyo empeño fundamental parece dirigirse al aumento del mercado y ha creado un lobby poderoso con ese fín. Las clínicas no son altruistas. Son un sector regulado que tiende a saltarse las regulaciones. En el conjunto de la reproducción asistida ha habido una tendencia a burlar las donaciones de gametos, que se ha hecho escandalosa. En el caso de donación de óvulos la compensación a la donante se ha vuelto adquisición de óvulos bajo precio. Es difícil denominar donación a procesos en los que el perfil del donante no es distinguible del perfil del vendedor. Este juego de la compensación, generalizado en España, debe tenerse muy en cuenta cuando se habla de gratuidad. El altruismo manipulado se hace aquí patente. Nadie engaña a nadie y todos actúan como si el motor de esta industria fuera la donación gratuita.
Pablo me hizo ver el dudoso altruismo, o si se quiere el motivo discutible del beneficiario o los beneficiarios de la técnica. En principio lo que se tutelaría, aún a costa de los riesgos de explotación sobre terceros, sería el deseo de reproducción genética. De acceder a un niño o niña con relación genética con el comitente. No se protege el deseo de paternidad o maternidad. Para ello hay otras vías, comenzando por la adopción, con sus dificultades. Luego veremos de donde proceden esas dificultades.
Es más, para acceder a la reproducción biológica, los comitentes rompen la maternidad en su pleno sentido, es decir, la de la gestación. En esta acción la mujer gestante pasa a puro recipiente para otro, convirtiendose objetivamente en objeto portador del deseo de otro. Aquí interviene la paradoja de la gratuidad. Como se sabe esta no suele ser total, pues cabe la construcción de un sistema de compensaciones por las "molestias". A menor compensación parece que más nos alejamos del alquiler. Pero como ha indicado la feminista Kajsa Ekis Ejman en un artículo en The Guardian, el efecto es que si consideramos la gestación para otro una explotación, se nos dice que cuanto menos se pague a la mujer menor explotación tendremos lo que no deja de ser un contrasentido. Quien busca la paternidad-maternidad biológica a costa de la gestación de otra no es altruista, sus motivos son como mínimo egoístas, cuando no narcisistas.
Sobre este punto ha escrito Susanna Tamaro en una aportación en donde pone en duda la sentimental llamada al amor que se establece en todo el discurso defensor de la maternidad subrogada. Analizado el proceso mas allá del velo sentimental, lo que aparece es la voluntad de recurrir a lo que sea para alcanzar un objetivo.
El argumento del egoísmo genético es débil en los casos en los que el comitente no tiene relación genética con el niño encargado. Es la compra pura y dura que ha criticado finalmente el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Lo que se busca con la compra como tal  es evitar una adopción. Es lo más parecido entonces a una adopción sin los límites legales de la adopción. Es, en consecuencia, un fraude de ley.
Veamos las ventajas que tendría evitar la adopción para el comitente y pensemos si esas toleran la calificación de altruista aún si se consiguiera la bicoca de una gestante gratuita. El alquiler del útero o logro gratuito del mismo tiene la primera ventaja de controlar los tiempos y los comportamientos de la madre gestante, cosa que está prohibida por ley en la adopción. Por otra parte, permite evitar todo el sistema de protección del menor, de control de calidad de los adoptantes que han establecido las legislaciones tras un largo periodo de abuso.
Reconozcámoslo, la adopción es un sistema regido nominalmente por el mejor interés del menor donde toda la carga se establece sobre el adoptante, investigado hasta el agotamiento. En el alquiler todo es más sencillo,  la carga en su plenitud recae sobre la madre, por un lado,  y sobre el nasciturus, por el otro. Las obligaciones, sistemas de calidad, plazos y momentos están preferentemente en una parte o si se quiere en dos. El principio consumista de que el  cliente siempre tiene razón sustituye el superior interés del menor. No cabe una posición menos altruista.
El punto más delicado es detenerse en la posición de la mujer que no recibe precio, de quien gesta gratuitamente. Otro de mis alumnos, dudando generalmente del altruismo, pensó que algo distinto recibiría y crítico de forma algo kantiana su posición. No creo, tras considerarlo, que una apelación al deber por el deber sea suficiente. Pero al dar vueltas sobre los motivos, creo que las dudas se hacen mas intensas.
Sobre el altruismo materno ha escrito MacIntyre unas precisas palabras en "animales racionales dependientes". La maternidad se hace altruista siempre en la gestación y luego en el cuidado del hijo, mas altruista, mayor prueba de amor, cuanto peor se encuentre el estado de aquel, juzgando este peor según cualquier tipo de juicio que se aplique salvo el de la maternidad
Si bien el altruismo no esta siempre presente en la entrega del niño en adopción, si puede aparecer en el mismo. La madre entrega la criatura existente a otros buscando el  superior bien  del niño. Para evitar la perversión del sistema, es decir, que la madre reciba algo a cambio, se toman medidas jurídicas que están en la base de la adopción.
Los motivos de la gestación para otro son siempre sospechosos respecto a la relación de maternidad. la madre reducida a mero recipiente antepone otro elemento, el afecto, pero también la presión recibida sobre la relación maternofilial que queda brutalmente cortada. En cuanto el niño se encarga exprofeso no se busca su superior bien como objeto y principio que regula el negocio jurídico.
La apelación al amor, como sostenía Tamaro, encubre una realidad cruda: la mujer como recipiente, es decir, como instrumento, que se usa para lograr otro instrumento, el hijo, que sirve para un tercer fín.
Federico viene insistiendo en que esto afecta a las relaciones familiares de forma brutal, en cuanto, las escasas madres realmente gratuitas procederán del entorno.

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