El error iusnaturalista esta en buscar en lo que llaman la realidad natural una resistencia o una llamada para que el capricho del legislador realice su pura voluntad.
El juicio que hacemos sobre el príncipe se reduce a ver si en su absoluto albedrío cumple o no con la naturaleza. La viola o la olvida.
La posición gomezdaviliana es, por supuesto, más radical y se acerca al Derecho como lo hemos visto durante mucho tiempo, sin hadas ni unicornios, que dice MacIntyre. La imaginación del gobernante, mucho menos la de quienes se lamentan contra él, no produce derecho. Este, por el contrario, aparece en el acuerdo tradicional. El Derecho no se inventa, se encuentra, pero no se encuentra en la imaginación, o en la mera elucubración ética.
De ahí el certero escolio:
La primera revolución estalló cuando se le ocurrió a algún
tonto que el derecho se podía inventar.
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