viernes, 2 de septiembre de 2016

Simon Leys sobre Santa Teresa de Calcuta.

Me adelanto un poco, dos días pero me parecía obligado tener una entrada sobre la ardiente defensa, como todas sus defensas, que Simon Leys hizo en la New York Review of Books sobre la Madre Teresa.
Tomo la traducción del Breviario de saberes inútiles de  El Acantilado.
"Vivimos en una época de hipérboles. Ahora los fontaneros se llaman ingenieros de saneamiento, los camareros se han convertido en dispensadores de comida y bebida, los barberos se dedican al estilismo creativo, los basureros se han convertido en funcionarios de eliminación de residuos sólidos...y a la pequeña muestra de residuo sólido de Christopher Hitkens (The Missionary Position: Mother Teresa in Theory and Practice) se le llama libro..."
(Salto el debate concreto que no me parece tan relevante como la conclusión en la que Leys, como siempre, acierta sobre lo que se trata)

"Una vez- hace muchos años- un incidente me proporcionó una revelación profundamente perturbadora. Estaba escribiendo en un café; llevaba allí sentado ya un par de horas, cómodamente instalado en una mesa con mis papeles y mis libros. Como muchos perezosos, yo disfruto con un poco de bullicio alrededor mientras tengo que trabajar (me da una sensación de actividad), así que no me molestaba en absoluto el ruido de fondo de conversaciones y llamadas. la radio, que había estado toda la mañana atronando en un rincón, tampoco me molestaba: canciones populares, datos del mercado de valores, música funcional, resultados de las carreras de caballos, más canciones populares, una charla sobre la fiebre aftosa de los bovinos, lo que fuese: esa papilla auditiva seguía cayendo como agua tibia de un grifo mal cerrado que nadie escuchaba en realidad.
De pronto, se produjo un milagro. Por una razón que siempre será misteriosa, esa vulgar rutina radiofónica dejó paso sin transición ( o si la hubo escapó a mi atención) a la música más sublime: los primeros compases del Quinteto para clarinete de Mozart empezaron a fluir con serena autoridad y llenaron todo el espacio del café, trasformándolo al instante en una antesala del paraíso. Pero los otros clientes que habían estado charlando, bebiendo, jugando a las cartas o leyendo periódicos no estaban sordos en realidad, y aquella irrupción mágica de una voz celestial provocó entre ellos un sobresalto general: todos los rostros se giraron, con ceño fruncido de preocupación desconcertada. sin embargo, en cuestión de segundos y para inmenso alivio de todos, un cliente se levantó resueltamente, caminó dereho hacia la radio, giró el sintonizador y acabó  con aquel interméde inquietante....
Lo comprendí en ese momento y no lo he olvidado: los verdaderos filisteos no son incapaces de reconocer la belleza; la reconocen demasiado bien; detectan su presencia en cualquier parte, de inmediato y con un olfato tan infalible como el del esteta más sensible, pero en su caso para poder lanzarse mejor sobre ella y destruirla antes de que encuentre un punto de apoyo en su imperio de universal fealdad. La ignorancia no es simplemente ausencia de conocimiento, el oscurantismo no se debe a la escasez de luz, el mal gusto no es una mera carencia de buen gusto, la estupidez no es sólo falta de inteligencia: se trata en todos los casos de fuerzas ferozmente activas, que se afirman  con furia en toda ocasión, que no toleran ningún desafío a su dominio omnipresente. En todos los campos de la actividad humana, el talento inspirado es una ofensa insoportable a la mediocridad. Si esto es cierto en el reino de la estética, en el de la ética lo es todavía más. La belleza mortal parece exasperar más que la belleza artística a nuestra patética especie. la necesidad de rebajar  a nuestro miserable nivel, de desfigurar, de ridiculizar y de desacreditar cualquier esplendor que se eleve por encima de nosotros, probablemente sea el impulso más deplorable de la naturaleza humana".

3 comentarios:

  1. ¡Cielo Santo que impresionante este artículo Señor Serrano!, tendrán que tomar ejemplo de Usted otros colegas juristas, la verdad.

    Impresionante como la música de Beethoven...la música despierta. Sólo comprobar las frases de Beethoven...dice de la personalidad del músico: " Me apoderaré del destino agarrándolo por el cuello. No me dominará"


    https://www.youtube.com/watch?v=VP7RnuCmM00

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  2. ¡Exquisito articulo, genial!. " Veni Creator Spiritus ".

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  3. Hay un libro sobre Bach titulado Los días, las ideas y los libros de la editorial El Acantalidado, por cierto los libros sobre música y músicos son muchos geniales, se aprende mucho, dice el libro esto: " Bach tenía una gran intuición acústica, hacía probaturas disponiendo a los miembros del conjunto musical según la arquitectura del lugar. Sacaba el mayor rendimiento sonoro de un espacio, como lo atestigua su hijo Carl Philippp quien comenta en la Necrológica que, sin necesidad de acudir a un estudio sistemático acústico, resolvía los problemas presentados por las peculiaridades de las particellas y por las características de las iglesias y los salones en que debían tañerse. Cuenta que en la visita de su padre a Berlín le llevó a visitar el nuevo teatro de ópera, y enseguida encontró lo bueno y lo malo en términos de sonoridad. Una vez en lo alto de la galería, que rodeaba por arriba la sala; " miró la cubierta y, sin examinar nada más, predio que el arquitecto había conseguido un efecto especial sin proponérselo y sin que nadie hubiera caído en ello, a saber, si alguien susurraba arriba contra la pared de la sala rectangular, otro de cara a la pared, en el extremo oblicuo opuesto, podría oírlo perfectamente sin que ninguna persona interpuesta o en otro lugar fuese capaz de oír lo más mínimo".


    Por usar la expresión de Luigi Nono, la música antaño estaba pensada para que "leyera" el espacio y lo trasladara al oyente, y viceversa, para que dicho espacio desvelara el sonido a quien escuchaba".


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