Autora Julia Escobar. Ediciones Cinca Madrid, 2016.
Creo que una buena forma de mantener vivo un blog son las reseñas de libros que uno va recibiendo y leyendo. El que algunos cientos de personas entran en este todas las semanas me crea la ilusión de que hay algunos interesados más en lo que leo que en lo que escribo. Esto es lo que me pasa a mi al menos en el mundo internauta. Salvo algunos escritos excepcionales, citaría el cuaderno de Billé o las cosas de E García Maíquez, normalmente eso que se llamaban las "bitacoras", en una inutil resistencia frente a la expansión informática de la lengua inglesa, sirven para darnos información sobre cosas para leer de verdad, es decir, libros.
Con notable amabilidad mi correligionaria gomezdaviliana, que me abrió los ojos a la lectura de Simon Leys e incluso tuvo la amabilidad de introducir mi primer libro libre del corsé jurídico me ha mandado una novela, que por cosas de los editores, enemigos casi siempre disfrazados de amigos algunas veces, se había quedado en el cajón.
Ahora sale y nos introduce en un mundo de brillante lucidez, aunque quien la logre sea un notable desequilibrado Rafael Lillo, aquejado de una cardiopatía que le conduce a la depresión y a un peculiar enamoramiento de su doctor, San Judas, que le obsesiona hasta el punto de que muerto este, su propia vida pierde sentido.
En el ínterim Lillo nos explica en profundidad el verdadero sistema sanitario español. El de los cambios ficticios o no de domicilio para conseguir entrar en la ansiada área. El de los gitanos acampado en el Hall hospitalario. El de las consultas infectadas por pelmazos que buscan la víctima a quien contar su historia. El de las enfermeras en fuga, los superdoctores en exposición, los consentimientos informados ininteligibles, los que sanan, los que mueren y los más que son quienes prolongan permanentemente su dolencia mas o menos aliviada.
El libro esta centrado en un tipo fundamental de enfermo, el cardiópata y en un sujeto misógino, funcionario, familiofobo, no se si se dice así pero es lo que parece.
Sobre el libro ronda el suicidio, primero ajeno, que es el importante pues es el que nos produce un efecto duradero. Luego el propio, que tiene importancia tan solo por su posible efecto en los demás.
Hay páginas de antibioética en el libro y una aproximación reaccionaria al mundo moderno, aunque ciertamente con alguna dependencia técnica. Reconocemos con Lillo que haber sido cardiopata sin válvulas o SINTROM hubiese sido peor.
El libro, por cierto, produce casi una poética del SINTROM que debería ser recompensada por el laboratorio.
Lo recomiendo, claro, el libro no el SINTROM.
No hay comentarios:
Publicar un comentario