miércoles, 20 de julio de 2016

Rafael Lillo sobre las directivas. De nuevo Júlia Escobar.

Aplíquese esta genial disgresión de Lillo a todo tipo de cargos y no sólo a los asociativos:
"A lo que voy, no hay nada más siniestro ni más coercitivo que una asociación, del tipo que sea; todo el mundo se odia y se pelea por estar en la Junta Directiva, en particular por se presidente, como si eso fuera una bicoca en lugar de un a carga. El hecho de que los poderes públicos promuevan las asociaciones, e incluso las tutelen, debería bastar para caer en la cuenta de que en vez de unir lo que consiguen es dividir a los asociados. Además he podido observar que suelen ser los más mediocres y los más inútiles quienes se ofrecen voluntarios para esos puestos y en las asociaciones que generan beneficios los más sinvergüenzas y los que menos practican  la profesión a la que se supone representan.

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