lunes, 19 de octubre de 2015

Vuelos e informática.

Acudo al aeropuerto para volar a C..., provisto de lectura abundante, el libro de Kelsen, la “Historia de la filosofía política” de Leo Strauss, la “Suma de Maqroll”. Cola enorme, pereza en Air Europa, vuelos a Montevideo, Buenos Aires y Lima. Niños, señoras de edad; me recuerda mi primer viaje a Peru con vuelo horroroso, allá cuando fui a San Agustín. Al llegar al mostrador se me informa de manera impersonal que no estoy en la lista, que no figuro, luego que mi localizador Amadeus era del vuelo de Iberia que había salido horas antes. Me dicen que vaya a Iberia a arreglarlo. De repente se me abre la posibilidad de no volar, tentación enorme, y el temor de quedar colgado a la vuelta si los de Air europa me embarcan, riesgo inexistente pues se lavan las manos. Intento conectar durante un rato con la Universidad por correo. La primera persona me contesta que solo se ocupa de la agenda de destino, le informo que no habrá esa agenda. La segunda me manda el billete que ya tengo. Vuelvo a casa con Fernando que me recoge. Pitorreo. Tras varios intentos los de C.….. desisten de un viaje del que anímicamente había desistido antes. Tengo que replantear lo de los viajes. Si es largo solo compensa en grupo y para hacer algo que apetezca mucho. Por ejemplo, encontrar algún dato gomezdaviliano.
 Una circunstancia como la vivida dice bastante de algunas condiciones de la naturaleza humana que no suelen comentarse en la descripción de “todo el mundo es bueno” que padecemos. La solidaridad humana es limitadísima. No es solo que el propio término es falso, nadie responde totalmente del otro, sino que la atención que se presta a quien esta en un apuro es limitadísima. El entretener mas de seis minutos en un embarque es una perdida de productividad, siempre la solución es mandarte a otro sitio donde repiten el mismo cuento. Es tu problema y si fuese un enorme problema es mejor no pensar lo que podría pasar. No esta tampoco mal la primera reacción de la oficinista,  de la burócrata de la Universidad de origen,  que al recibir una llamada desde un aeropuerto lejano que hunde toda la participación en un programa responde que no es su ocupación. Ciertamente luego comprendió lo que ocurría y supongo que hizo lo que pudo, pero la primera acción defensiva” no es asunto mio”, seguida de la segunda, “yo no he sido”, describe todo un carácter.
La desaparición de la lista, mas claramente la no aparición en la misma por que no se había producido efectivamente el cambio del vuelo originario, induce a pensar sobre la falsa seguridad que ofrece la informática, un billete virtual, un correo donde aparece, una desaparición por no pulsar una tecla, el error se disfraza a lo largo de todo un recorrido  y ninguna seguridad del tipo de las que ofrecía antes el billete físico. Ya sabemos que este se podía perder, se podía robar, e incluso vi como en un caso al haber arrancado la vuelta un amigo tuvo que sacar otro. Pero allí estaba el billete como garantía. Ahora supongo que la cadena de errores se puede reconstruir, pero mi confianza no volverá en ningún caso.
Imagino lo que hubiera sido este conjunto de acontecimientos en un aeropuerto extranjero. Realmente  nuestra vida se basa en confianzas infundadas.
Hoy he leído un suceso que da un sentido trágico a las pequeñas anécdotas. Una británica se ha suicidado en Turquía al perder un vuelo. Indudablemente una enfermedad subyacente ha provocado la desesperada respuesta.

2 comentarios:

  1. Lo que Usted comenta toda una verdad, porque esta realidad actual que vivimos es indefinible, un caos patético, así ocurre en algunas empresas que la central no sabe de cómo contrata una delegación suya en otra ciudad, vamos...que nadie sabe nada de nada...¿ entonces, como funciona la empresa?, caso parecido.


    ¡No al paso que vamos nos vuelven tontos o locos!, ya lo están casi todo el mundo bajo una aparente normalidad...aparente porque vaya a saber, no sabemos ni lo que estamos viviendo, una fantasmada, ahora comprendo a Dickens y Dumas...fantasmas por aquí, sombras por allá es lo que veían.



    ¿ Y qué pueden tener en común Beethoven, Mozart, Dickens, Dumas y el Padre Pio de Pietrelcina?....lo que falta hoy en día.


    Me ha gustado su artículo Señor Serrano, mire no tenía ni ganas de escribir y ya le he dejado estas palabras. Saludos.

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  2. Muy bonito su artículo porque tiene " Vida", así escrito con sencillez y sensibilidad, aunque ésta la pobre Señora ya no es muy conocida entre las personas.

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