Acudo al aeropuerto para volar a C..., provisto de lectura
abundante, el libro de Kelsen, la “Historia de la filosofía política” de Leo
Strauss, la “Suma de Maqroll”. Cola enorme, pereza en Air Europa, vuelos a
Montevideo, Buenos Aires y Lima. Niños, señoras de edad; me recuerda mi primer
viaje a Peru con vuelo horroroso, allá cuando fui a San Agustín. Al llegar al
mostrador se me informa de manera impersonal que no estoy en la lista, que no
figuro, luego que mi localizador Amadeus era del vuelo de Iberia que había
salido horas antes. Me dicen que vaya a Iberia a arreglarlo. De repente se me
abre la posibilidad de no volar, tentación enorme, y el temor de quedar colgado
a la vuelta si los de Air europa me embarcan, riesgo inexistente pues se lavan
las manos. Intento conectar durante un rato con la Universidad por correo. La
primera persona me contesta que solo se ocupa de la agenda de destino, le
informo que no habrá esa agenda. La segunda me manda el billete que ya tengo.
Vuelvo a casa con Fernando que me recoge. Pitorreo. Tras varios intentos los de
C.….. desisten de un viaje del que anímicamente había desistido antes. Tengo
que replantear lo de los viajes. Si es largo solo compensa en grupo y para
hacer algo que apetezca mucho. Por ejemplo, encontrar algún dato
gomezdaviliano.
Una circunstancia como la vivida dice bastante de algunas
condiciones de la naturaleza humana que no suelen comentarse en la descripción
de “todo el mundo es bueno” que padecemos. La solidaridad humana es
limitadísima. No es solo que el propio término es falso, nadie responde
totalmente del otro, sino que la atención que se presta a quien esta en un
apuro es limitadísima. El entretener mas de seis minutos en un embarque es una
perdida de productividad, siempre la solución es mandarte a otro sitio donde
repiten el mismo cuento. Es tu problema y si fuese un enorme problema es mejor
no pensar lo que podría pasar. No esta tampoco mal la primera reacción de la
oficinista, de la burócrata de la
Universidad de origen, que al recibir
una llamada desde un aeropuerto lejano que hunde toda la participación en un
programa responde que no es su ocupación. Ciertamente luego comprendió lo que
ocurría y supongo que hizo lo que pudo, pero la primera acción defensiva” no es
asunto mio”, seguida de la segunda, “yo no he sido”, describe todo un carácter.
La desaparición de la lista, mas claramente la no aparición
en la misma por que no se había producido efectivamente el cambio del vuelo
originario, induce a pensar sobre la falsa seguridad que ofrece la informática,
un billete virtual, un correo donde aparece, una desaparición por no pulsar una
tecla, el error se disfraza a lo largo de todo un recorrido y ninguna seguridad del tipo de las que
ofrecía antes el billete físico. Ya sabemos que este se podía perder, se podía
robar, e incluso vi como en un caso al haber arrancado la vuelta un amigo tuvo
que sacar otro. Pero allí estaba el billete como garantía. Ahora supongo que la
cadena de errores se puede reconstruir, pero mi confianza no volverá en ningún
caso.
Imagino lo que hubiera sido este conjunto de acontecimientos
en un aeropuerto extranjero. Realmente nuestra vida se basa en confianzas infundadas.
Hoy he leído un suceso que da un sentido trágico a las
pequeñas anécdotas. Una británica se ha suicidado en Turquía al perder un
vuelo. Indudablemente una enfermedad subyacente ha provocado la desesperada
respuesta.
Lo que Usted comenta toda una verdad, porque esta realidad actual que vivimos es indefinible, un caos patético, así ocurre en algunas empresas que la central no sabe de cómo contrata una delegación suya en otra ciudad, vamos...que nadie sabe nada de nada...¿ entonces, como funciona la empresa?, caso parecido.
ResponderEliminar¡No al paso que vamos nos vuelven tontos o locos!, ya lo están casi todo el mundo bajo una aparente normalidad...aparente porque vaya a saber, no sabemos ni lo que estamos viviendo, una fantasmada, ahora comprendo a Dickens y Dumas...fantasmas por aquí, sombras por allá es lo que veían.
¿ Y qué pueden tener en común Beethoven, Mozart, Dickens, Dumas y el Padre Pio de Pietrelcina?....lo que falta hoy en día.
Me ha gustado su artículo Señor Serrano, mire no tenía ni ganas de escribir y ya le he dejado estas palabras. Saludos.
Muy bonito su artículo porque tiene " Vida", así escrito con sencillez y sensibilidad, aunque ésta la pobre Señora ya no es muy conocida entre las personas.
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