jueves, 7 de mayo de 2015

Hoy en la Razón: La eterna tentación.

El sueño de crear células embrionarias sin embriones humanos viene acompañando a la medicina regenerativa desde su inicio. Las c,elulas embrionarias, es decir procedentes de embriones humanos,  presentan junto a problemas éticos, la destrucción de embriones en lo que Oriana Fallaci  llamo canibalismo, otros muchos de carácter práctico. No es el menor lo costoso de obtener óvulos o la incapacidad de control de la célula propiamente embrionaria. Debido a ello la investigación en los últimos tiempos se había derivado hacia las IPS.  Forma esta prometedora a partir de células adultas pero que sigue presentando dificultades. De hecho los resultados propiamente clínicos se están logrando desde células adultas del propio paciente. Sin embargo, la tentación o la quimera de la célula embrionaria se ha mantenido siempre vigente y la idea de producir primero células, luego tejidos e incluso se habla de órganos, en embriones animales es otra vía teóricamente posible.
Sin embargo, la investigación básica abusa en este área muchas veces de exageración en las proyecciones. Hablar de órganos a partir meramente de unas divisiones de un embrión de ratón inviable es excesivo. Liberar a la ciencia básica del riesgo ético del espectáculo mediatico seria un paso importante de la bioética. Máxime porque esto permitiría evitar presiones sobre las autoridades a la hora de juzgar los riesgos de los transplantes entre especies o incluso las condiciones de unas muy futuras aplicaciones clínicas.

Por otra parte, la repugnancia hacia ciertas practicas, por ejemplo el cruce entre lo humano y otras especies animales, es un criterio bioético que no puede despreciarse tal como indicaba Leon Kass.

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