El sueño de crear células
embrionarias sin embriones humanos viene acompañando
a la medicina regenerativa desde su inicio. Las c,elulas embrionarias, es decir
procedentes de embriones humanos,
presentan junto a problemas éticos,
la destrucción de embriones en lo que
Oriana Fallaci llamo canibalismo, otros
muchos de carácter práctico. No es el menor lo
costoso de obtener óvulos o la incapacidad de control de la célula propiamente
embrionaria. Debido a ello la investigación
en los últimos tiempos se había
derivado hacia las IPS. Forma esta
prometedora a partir de células adultas pero que sigue presentando dificultades.
De hecho los resultados propiamente clínicos
se están logrando desde células adultas del propio paciente. Sin embargo, la
tentación o la quimera de la célula
embrionaria se ha mantenido siempre vigente y la idea de producir primero
células, luego tejidos e incluso se habla de órganos, en embriones animales es
otra vía teóricamente posible.
Sin embargo, la investigación básica
abusa en este área muchas veces de exageración
en las proyecciones. Hablar de órganos a partir meramente de unas divisiones de
un embrión de ratón inviable es excesivo. Liberar a la ciencia básica
del riesgo ético del espectáculo
mediatico seria un paso importante de la bioética. Máxime
porque esto permitiría evitar presiones sobre
las autoridades a la hora de juzgar los riesgos de los transplantes entre
especies o incluso las condiciones de unas muy futuras aplicaciones clínicas.
Por otra parte, la repugnancia hacia ciertas practicas, por
ejemplo el cruce entre lo humano y otras especies animales, es un criterio bioético
que no puede despreciarse tal como indicaba Leon Kass.
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