miércoles, 24 de septiembre de 2014

Lo peor es el motivo. Hoy en La Razón.

Lo peor es el motivo . Por José Miguel Serrano.

Del anuncio del Presidente del Gobierno de ayer, por el que retira la Ley de Protección de la vida prenatal y los derechos de la mujer embarazada lo peor, con mucho, es el  motivo.
En efecto, Rajoy no nos ha explicado que por algún sorprendente cambio de fuerzas en el Grupo Parlamentario que le apoya o en el Partido que dirige ha descubierto que las dudas de inconstitucionalidad sobre la Ley Aído se han disipado, que el cambio en la postura marcada por la reiterada jurisprudencia constitucional no había sido tal y que la interpretación de que un informe cerrado protege el valor vida prenatal suficientemente  que hizo la mayoría en la legislatura anterior  es correcta, ahora, a la luz de algún sesudo informe jurídico elaborado por algún gabinete de estudios.
Es más, en la supuestamente controvertida información de los órganos asesores durante la tramitación del Proyecto Gallardón, si hubo un acuerdo,  este era que hacia falta una nueva legislación que corrigiese los aspectos mas hirientes de la Ley Aído.
El Presidente del Gobierno ha cedido a la tentación de seguridad que le proporciona la insegura encuesta de su asesor y al hacerlo ha realizado una serie de renuncias.
La primera es la de mantener al Partido Popular como un garante de los acuerdos del 78 y de la interpretación constitucional subsiguiente. Ahora basta que los otros partidos rompan el consenso en una dirección radical para que sepamos que la respuesta del Partido Popular será aceptar la nueva situación, conservador entonces del último programa socialista o radical, a la espera de que a estos se les ocurra otra ruptura a la que se sumará el Partido Popular que pasa a ser el partido de las cosas como están o si se quiere de las cosas como las deja el PSOE o quien sea.
La segunda es la renuncia del PP a sus principales  señas de identidad ideológica. Señas reiteradas al menos retóricamente como la garantía de la separación de poderes, la defensa estricta de las libertades formales, la unidad nacional parecían unidas en el “ideario” a la protección de la vida humana y de la familia. Con la declaración de ayer el Presidente ratifica que eso sólo parece relevante si se logra un consenso con las fuerzas que mantienen una interpretación radicalmente distinta de esos principios en sus idearios.
En tercer lugar, Rajoy renuncia y pretende que todos renunciemos a la memoria. Decir que una ley como la del aborto no puede ser objeto de legislación sin consenso para que no se cambie por cada Gobierno supone olvidar que toda la legislación sobre ese aspecto en la etapa constitucional ha sido impuesta por un partido contra la opinión del partido del Presidente Rajoy y que siempre este ha recurrido al Tribunal Constitucional ante la acción unilateral de los radicales.
Finalmente Rajoy ha renunciado al Ministro de Justicia, el miembro de su Gobierno que ha mostrado más generosidad, el único que ha puesto su cargo en juego por un valor, por un principio, por la coherencia con el programa electoral y con el ideario hasta ahora proclamado.
La débil apelación al consenso, que no se ha logrado en ningún otro aspecto de la tarea de Gobierno en esta legislatura, apenas encubre los verdaderos motivos,  públicos tras la reunión de Sigüenza. Los que desde el principio mantuvieron la posición proabortista llevaron una encuesta

No sabemos que le dirán  las encuestas de Arriola respecto al impacto de la medida en quienes alguna vez han creído en los compromisos electorales del Partido Popular, pero algunos podemos pensar que ayer el Presidente se jugaba, y ha perdido,  algo más que un puñado de votos.

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