Lo peor es el motivo . Por José Miguel Serrano.
Del anuncio del Presidente del Gobierno de ayer, por el que
retira la Ley de Protección de la vida prenatal y los derechos de la mujer embarazada
lo peor, con mucho, es el motivo.
En efecto, Rajoy no nos ha explicado que por algún
sorprendente cambio de fuerzas en el Grupo Parlamentario que le apoya o en el
Partido que dirige ha descubierto que las dudas de inconstitucionalidad sobre
la Ley Aído se han disipado, que el cambio en la postura marcada por la reiterada
jurisprudencia constitucional no había sido tal y que la interpretación de que
un informe cerrado protege el valor vida prenatal suficientemente que hizo la mayoría en la legislatura
anterior es correcta, ahora, a la luz de
algún sesudo informe jurídico elaborado por algún gabinete de estudios.
Es más, en la supuestamente controvertida información de los
órganos asesores durante la tramitación del Proyecto Gallardón, si hubo un
acuerdo, este era que hacia falta una
nueva legislación que corrigiese los aspectos mas hirientes de la Ley Aído.
El Presidente del Gobierno ha cedido a la tentación de
seguridad que le proporciona la insegura encuesta de su asesor y al hacerlo ha
realizado una serie de renuncias.
La primera es la de mantener al Partido Popular como un
garante de los acuerdos del 78 y de la interpretación constitucional
subsiguiente. Ahora basta que los otros partidos rompan el consenso en una
dirección radical para que sepamos que la respuesta del Partido Popular será
aceptar la nueva situación, conservador entonces del último programa socialista
o radical, a la espera de que a estos se les ocurra otra ruptura a la que se
sumará el Partido Popular que pasa a ser el partido de las cosas como están o
si se quiere de las cosas como las deja el PSOE o quien sea.
La segunda es la renuncia del PP a sus principales señas de identidad ideológica. Señas
reiteradas al menos retóricamente como la garantía de la separación de poderes,
la defensa estricta de las libertades formales, la unidad nacional parecían
unidas en el “ideario” a la protección de la vida humana y de la familia. Con
la declaración de ayer el Presidente ratifica que eso sólo parece relevante si
se logra un consenso con las fuerzas que mantienen una interpretación
radicalmente distinta de esos principios en sus idearios.
En tercer lugar, Rajoy renuncia y pretende que todos
renunciemos a la memoria. Decir que una ley como la del aborto no puede ser
objeto de legislación sin consenso para que no se cambie por cada Gobierno
supone olvidar que toda la legislación sobre ese aspecto en la etapa
constitucional ha sido impuesta por un partido contra la opinión del partido
del Presidente Rajoy y que siempre este ha recurrido al Tribunal Constitucional
ante la acción unilateral de los radicales.
Finalmente Rajoy ha renunciado al Ministro de Justicia, el
miembro de su Gobierno que ha mostrado más generosidad, el único que ha puesto
su cargo en juego por un valor, por un principio, por la coherencia con el
programa electoral y con el ideario hasta ahora proclamado.
La débil apelación al consenso, que no se ha logrado en
ningún otro aspecto de la tarea de Gobierno en esta legislatura, apenas encubre
los verdaderos motivos, públicos tras la
reunión de Sigüenza. Los que desde el principio mantuvieron la posición
proabortista llevaron una encuesta
No sabemos que le dirán las encuestas de Arriola respecto al impacto
de la medida en quienes alguna vez han creído en los compromisos electorales
del Partido Popular, pero algunos podemos pensar que ayer el Presidente se
jugaba, y ha perdido, algo más que un
puñado de votos.
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