sábado, 17 de mayo de 2014

20 años de la muerte de Nicolás Gómez Dávila.

Hoy hace veinte años que murió, en su biblioteca, Nicolás Gómez Dávila. Ciertamente decir la biblioteca no es decir mucho pues toda la casa, salvo el comedor, había sido ocupada por las estanterías en continua expansión. Aún así la cama hospitalaria había sido trasladada a la planta baja, pues don colacho quiso pasar sus últimos días entre sus libros.
No se me ocurre nada excepcional que decir en esta efemérides del escritor que mas admiro. Lo que debería decirse está mas allá de mis posibilidades. Tan sólo, quizás, adelantar alguna conclusión del volumen que preparo.
Como tantos otros debo a Franco Volpi el descubrimiento de don Colacho, y durante algún tiempo tuve como única referencia  su magnifico prologo a los Escolios. Sin embargo, este prólogo que entre nosotros editó Atalanta, crea un mito que contiene algunas inexactitudes. Las conversaciones con Rosa Emilia, lo que ha ido sabiendo Francia Helena Goenaga y sobre todo el saber bogotano de la familia de Rodrigo Cuellar han servido para resituar algunas de las conclusiones, apresuradas y algo literarias de Volpi.

Empecemos por la primera: El solitario de Bogotá. De viejo, supongo que Gómez Dávila estaba tan encerrado como cualquier otra persona con dificultad de movilidad a consecuencia de la famosa caída del caballo en Canoas-Gómez. Pero, desde luego aún mucho después del accidente , don Colacho no sólo aparece descrito por los amigos y familiares como un asiduo del Jockey sino del almuerzo casi a diario fuera de casa. Si su esposa se quejaba no podía ser de que el no saliera sino de que no fuera a los lugares que ella prefería.
La crónica social de el diario "El Tiempo" nos da la clave de una persona que asístía a un gran número de eventos de la sociedad bogotana. Y en la relación de asistentes aparecen muchos de los amigos que vemos relacionados también  en su famosa tertulia de los domingos, exclusivamente masculina, pues su esposa les dejaba una enorme cafetera y se largaba.
Excepcionalidad respecto al conservadurismo: Se entiende que personas como  Volpi o en general quienes no han asumido su posición de  lectores no reaccionarios de escritores reaccionarios -como se llama un grupo de facebook de Michel Rabier- quieran crear una figura peculiar a la que admiran. Y en efecto un autor tan personal como don Nicolás no encaja en tópicos y tiene una enorme riqueza de lecturas. Pero si uno sigue sus nombramientos, por ejemplo el que le cita como Doctor Nicolas´Gómez Dávila, a el que no quiso ni terminar el bachillerato, en el año 1943, para el Consejo de Economia Nacional, puesto al que renunció,, o ve su aparición en jurados literarios de la municipalidad bogotana, o lee su participación en homenajes a Presidentes o vicepresidentes conservadores no puede sino deducir donde estaban las relaciones políticas de don Colacho y se explican propuestas como la de correr por la presidencia o la embajada en Londres. También por supuesto están claras otras cosas. su continúa declinación de cargos explica que la política activa no le apasionaba y su escritos, sobre todo de madurez nos enseñan su desprecio a unos sistemas politicos traducción u ocupantes de una sociedad de la que también abominaba.
Actividad económica: Por supuesto ni el mayor creador de mitos puede obviar que don colacho heredó la posición de su familia en el Banco de los Andes, en este caso por la vía materna y que desde los años cuarenta hasta los sesenta aparece en el Consejo de Administración, su visitas semanales a Canoas y su atención al almacén de tejidos prueban que se ocupaba al menos lo necesario.
Vida cultural: En la vida bogotana don Colacho es una excepción pero yo me atrevería a decir una excepción integrada. Participa en jurados literarios, en ciclos de conferencias en la Universidad Naciona, ayuda a la fundación de la Universidad de  los Andes, publica al menos en la Revista de la Universidad de Antioquia, luego recibe el homenaje del Rosario. Ciertamente no pertenecía al mundo académico y ciertamente recibe del mismo el furibundo ataque de quien le acusa de diletante. Yo lo entiendo, Aparece un tipo rico, bien casado, guapo, que tiene una biblioteca mayor que algunas biblioteca universitarias, que no la tiene para adornar como publicó una imbécil, que lee en varios idiomas con fluidez, y que escribe bien, y se entiende que quien tiene como toda posesión haber estado en Alemania haciendo un doctorado y juega a la exclusiva "germánica" en Colombia la emprenda hasta el insulto personal. No cito al personaje para no darle la presencia que no merece.
Mis matizaciones no pretende deshacer el conjunto de la imagen que da Volpi. Lo esencial permanece. El escritor que quiso extrañarse del siglo en el que le cupo vivir. El hombre que entre la comarca (Canoas) y la Civilización no entendía de nacionalismos. El escritor de formación francesa que despreciaba el localismo y las modas locales. Como Borges el menos latinoamericano de los latinooamericanos pero como él, fruto de la aristocracia criolla, que amaba la cultura europea cuando europa ya sólo era un mercado. Don colacho amaba tanto a lo que fue Europa que hoy día sería euroescéptico.

1 comentario:

  1. Maravillosa semblanza y homenaje. Gracias por compartirla y publicarla señor Serrano.

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