Nicolás
Gómez Dávila. El atractivo del desengaño.
Por
José Miguel Serrano Ruiz-Calderón.
Boletín Libélula Libros, n 63, Manizales, julio 2013.
Al cumplirse el centenario del nacimiento del
autor bogotano Nicolás Gómez Dávila, se ha hecho patente que la fuerte
personalidad de su obra ha producido una pluralidad de lecturas.
Basta ver las páginas académicas que se han
escrito sobre él, que abominó con fuerza
de la Academia, para que notemos el diverso impacto que causa en los espíritus. O, si se quiere, lo mismo que su
Escolios, fruto del ocio creativo, son la lectura personal de la tradición
común, cada uno de nosotros encuentra en Don Colacho, apelativo con el que le
conocieron sus amigos, algo distinto y propio. Un leve trazo que desde el
conjunto de los “grande libros” de la cultura occidental y, probablemente
también, por la observación aguda de una realidad que conocía a través de su
inserción en la sociedad bogotana produce un efecto que se ha llamado
puntillista.
Personalmente creo que, junto a la agudeza de su
juicio y la enorme cultura desplegada, Gómez Dávila nos provee de un pesimismo
sereno, nada desesperado, que ayuda a contemplar un mundo que pese al avance
técnico y económico, o precisamente por ellos, se encuentra en una situación
que decribe con dureza :
“El mundo moderno no será castigado, es el
castigo”.
Pero el juicio sobre el mundo moderno apenas
encubre un juicio más radical, en el sentido más estricto del término, acerca
de la misma condición humana.
En su obra Textos había afirmado que “Oscilando
ente la decepción y la quimera, entre la privación invencible y la posesión
nugatoria, el acto humano no tiene plenitud.
Lo imposible que nos seduce, nos repele; lo posible que nos espera, nos
hastía. La condición del hombre es el fracaso.”
Palabras que nos hacen patente otra de las cualidades
de la obra gomezdaviliana, como la amarga cerveza Guinnes genera entusiasmos
pero no es apta para todos los paladares.
El pesimismo sereno es, sin embargo,
esperanzado. De nuevo: “El
optimismo es la adulteración de la esperanza.
El pesimismo su posesión viril.” Escolios p 149.
Y así surge la posición del verdadero hombre y
el límite de sus anhelos terrestres: “La
Tierra no será nunca un paraíso pero quizás se pudiera evitar que siga
aproximándose a una imitación cursi del infierno”. Nuevos 1158.
Comentario irónico muy propio de don Colacho que
había definido la propia ironía de manera igualmente feroz:
(“La ironía
transforma en benevolencia el odio impotente” Escolios 108.
Pesimismo, ironía, esperanza y
religiosidad que se expresa en el que es probablemente su mejor Escolio:
“Contra
el infortunio quizá basten el humor, el ingenio, el carácter ¿pero cómo
consolarnos, sin Dios, de la insuficiencia de nuestras dichas?” Escolios 231
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