martes, 30 de julio de 2013

Nicolás Gómez Dávila. El atractivo del desengaño.

Nicolás Gómez Dávila. El atractivo del desengaño.
Por José Miguel Serrano Ruiz-Calderón.
 Boletín Libélula Libros, n 63, Manizales, julio 2013.
Al cumplirse el centenario del nacimiento del autor bogotano Nicolás Gómez Dávila, se ha hecho patente que la fuerte personalidad de su obra ha producido una pluralidad de lecturas.
Basta ver las páginas académicas que se han escrito  sobre él, que abominó con fuerza de la Academia, para que notemos el diverso impacto que causa en los  espíritus. O, si se quiere, lo mismo que su Escolios, fruto del ocio creativo, son la lectura personal de la tradición común, cada uno de nosotros encuentra en Don Colacho, apelativo con el que le conocieron sus amigos, algo distinto y propio. Un leve trazo que desde el conjunto de los “grande libros” de la cultura occidental y, probablemente también, por la observación aguda de una realidad que conocía a través de su inserción en la sociedad bogotana produce un efecto que se ha llamado puntillista.
Personalmente creo que, junto a la agudeza de su juicio y la enorme cultura desplegada, Gómez Dávila nos provee de un pesimismo sereno, nada desesperado, que ayuda a contemplar un mundo que pese al avance técnico y económico, o precisamente por ellos, se encuentra en una situación que decribe con dureza :
“El mundo moderno no será castigado, es el castigo”.
Pero el juicio sobre el mundo moderno apenas encubre un juicio más radical, en el sentido más estricto del término, acerca de la misma condición humana.
En su obra Textos había afirmado que “Oscilando ente la decepción y la quimera, entre la privación invencible y la posesión nugatoria, el acto humano no tiene plenitud.  Lo imposible que nos seduce, nos repele; lo posible que nos espera, nos hastía. La condición del hombre es el fracaso.”
Palabras que nos hacen patente otra de las cualidades de la obra gomezdaviliana, como la amarga cerveza Guinnes genera entusiasmos pero no es apta para todos los paladares.
El pesimismo sereno es, sin embargo, esperanzado. De nuevo:     “El optimismo es la adulteración de la esperanza.
El pesimismo su posesión viril.” Escolios p 149.
Y así surge la posición del verdadero hombre y el  límite de sus anhelos terrestres: “La Tierra no será nunca un paraíso pero quizás se pudiera evitar que siga aproximándose a una imitación cursi del infierno”. Nuevos 1158.
Comentario irónico muy propio de don Colacho que había definido la propia ironía de manera igualmente feroz:
(“La ironía transforma en benevolencia el odio impotente” Escolios 108.
            Pesimismo, ironía, esperanza y religiosidad que se expresa en el que es probablemente su mejor Escolio:

 “Contra el infortunio quizá basten el humor, el ingenio, el carácter ¿pero cómo consolarnos, sin Dios, de la insuficiencia de nuestras dichas?” Escolios 231

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