viernes, 28 de junio de 2013

Deontología y política en Guantánamo.

Hoy en diario Médico.
La World Medical Association (WMA) adoptó en la Declaración de Malta una posición maximalista sobre la huelga de hambre, incluida la de detenidos sobre los que pesa una especial obligación de garantía por el Estado.
Esta posición plenamente autonomista, influida probablemente por la adoptada en Gran Bretaña, tras las duras experiencias de las huelgas de hambre irlandesas, exige consentimiento del paciente para cualquier intervención de ayuda médica, incluida hidratación y alimentación. Conviene recordar que la opción se tomó tras fallecimientos por intervenciones médicas de alimentación forzosa, y que los familiares republicanos se convirtieron en garantes de la huelga hasta la muerte.
Algunas jurisprudencias, como la española, excluyendo siempre la alimentación forzosa, entendieron que intervenciones médicas sobre presos en huelga de hambre estaban amparadas por nuestro ordenamiento constitucional. Algo similar ocurre en Estados Unidos a pesar de su tradición autonomista.
Lo que viene ocurriendo en Guantánamo crea un enorme problema a quienes hemos entendido que atender al huelguista desfalleciente es una obligación deontológica. En efecto, en una situación de detención sin juicio durante años, sin acceso a la justicia, sin perspectivas para los presos, tras cinco años de Presidencia del hombre que iba a cerrar el campo de internamiento, la acción de los médicos militares, con las sillas de traslado, la alimentación gravosa, y el fin político de evitar el impacto en los medios de unas posibles muertes se vuelve antideontológica.
La huelga de hambre carcelaria surgió como medio de protesta de quienes no tenían otra formade hacer valer sus derechos. Requiere una cierta publicidad y por tanto una opinión pública que responda al huelguista. De hecho, no ha podido prosperar en los sistemas totalitarios.
Guantánamo cumple las condiciones de la huelga clásica. Como han dicho 13 de los detenidos en su carta a sus médicos militares, ellos no desean morir, pero exigen una observación médica imparcial. A ella se han ofrecido 153 médicos en otra carta al presidente Barack Obama en la prestigiosa revista The Lancet.
Guantánamo prueba la posibilidad real del cumplimiento de algunos de los temores que llevaron a la Declaración de Malta de la WMA en 1991. Sin embargo, no creo que sirva para resolver el debate sobre la huelga de hambre, pues el principal problema en Guantánamo es Guantánamo mismo. Una situación que no debe prorrogarse. Como se ha dicho Guantánamo es un limbo jurídico, un lugar sin presencia del Derecho, tampoco de la Deontología.
La dificultad real de encontrar una solución no obvia la necesidad de insertar a los presos en el sistema jurídico. No hacerlo desde el principio ha sido un error grave que asienta la excepcionalidad como el medio normal de hacer las cosas. En ese contexto, el juicio ético de cada uno, sobre las obligaciones que le corresponden, se oscurece por el interés político.

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