viernes, 6 de julio de 2012

Culpabilidad colectiva. Sobre la crisis 2

Entendida como una cualidad moral que surge tras un juicio objetivo la culpabilidad colectiva parece una abominación, impropia del desarrollo jurídico actual y enfrentada a la visión cristiana  que en buena medida nos sustenta.
Pero como observación de las consecuencias de los actos públicos en las colectividades, la culpabilidad colectiva o si se prefiere el pago conjunto de las culpas parece mas la regla inexorable que una excepción. El error del gobernante recae sobre la ciudad como decía Hesiodo de una forma brutal. Las mismas  generaciones y hasta las siguientes  pagan las culpas de los hombres normalmente las culpas de sus gobernantes. La Némesis alemana parece pagar el expansionismo nazi y Japón pago sus acciones en China.
Pero convendría ser comedido con las analogías pues si de los pagos colectivos pasamos a las consecuencias colectivas la ley sorprendente es que la mayoría de las veces quienes pagan no son los mas culpables sino incluso algunos inocentes.
Las mujeres alemanas violadas en masa ¿pagaban culpas propias? Los industriales que consiguieron refugiarse en el Oeste en cambio poco pagaron. No se sabe que culpas pagaban los niños clavados en los graneros de Polonia durante la desgermanización. En Japón Hiro Hito símbolo necesario pago una breve humillación en el Missouri mientras que Hiroshima y Nagasaki se convertían en nuevos crímenes contra la humanidad que nadie pagaba.
Sin tanto dramatismo todos pagamos de forma inexorable los años de fiesta de la burbuja, los años de la champions league, las bombas de los trenes de Atocha y luego el inmenso error de la segunda elección de Zapatero. Un castigo brutal que sufrimos de forma colectiva. Pero de forma similar a como hemos descrito antes este castigo se diferencia mucho del destino de todo los troyanos tras el conjunto de errores que llevarón a su desgracia. Unos que no disfrutamos del boom inmobiliario, que no jugamos en la primera liga financiera, que no tuvimos ni soñamos las indemnizaciones ni los bonus de la banca, que no ocupamos los puestos comprados a oro en los organismso internacionales, que no tenemos excepciones en nuestras magras jubilaciones veremos arrebatada una paga extraordinaria como nuestros colegas portugueses. Los otros, los mismos, empiezan a construir discursos sobre el sacrificio, ajeno, necesario. Y lo peor es que ahora los finlandeses nos sermonean a todos como si todos tuvieramos la culpa. Denada sirve haberlo visto venir, Casandra, que todo lo predijo murio asesinada en la puerta del palacio de Agamenón.

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