Cuando se contemplan figuras como las de don Fernando resulta difícil no apreciar lo pretencioso que era el dictum de Didacus Stella «Somos enanos en hombros de gigantes»; por el contrario, más bien debemos sentirnos como aprendices siguiendo trabajosamente el camino de los maestros. Como diría Joubert, entendemos por qué los ancianos decían «nuestros ancestros» mientras nosotros, hablamos de «la Posteridad». Pero recuperando el sentido irónico del maestro, y en palabras de su admirado Agustín de Foxá, quizás debiéramos, abandonada toda nostalgia, intentar siempre, con su ejemplo, disfrutar la primavera, que «indiferente a mi mansión postrera, encarnará en la seda de las rosas».
José Miguel Serrano
Profesor de Filosofía del Derecho (UCM)
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