En principio parece que los experimentos destinados a superar la infertilidad humana deben ser bienvenidos, aunque ciertamente parece haber una contradicción entre la ideología neomalthusiana que nos domina y la tendencia a esforzarse en la fertilidad por deseo individual frente a las dificultades médicas.
Es claro que el experimento recientemente publicado no tiene nada que ver con la producción de óvulos artificiales, propósito del que de momento, y afortunadamente, estamos muy alejados. Mas bien se relaciona con la posibilidad de lograr en laboratorio óvulos en sentido pleno a partir de tejido ovárico; lo que hipotéticamente nos permitiría favorecer la reproducción asistida de mujeres que hubiesen perdido, posiblemente por causas de intervención médica, la capacidad de ovular y a las que por edad o por imposibilidad de previsión no se les hubiesen podido extraer óvulos.
Por supuesto, la acción estaría destinada a lograr la sucesión genética, que no es la única forma de lograr la maternidad plena como las adopciones y otras formas nos prueban cada día.
Aunque el experimento está alejado de éxitos concretos, debemos ser conscientes que en la acción sobre células germinales el principio de precaución debe primar sobre otro tipo de consideraciones.
Los riesgos de la reproducción artificial de células son muy grandes como se ha observado en procesos menos complejos del que tratamos. En el caso de gametos los peligros a los que se somete al futuro nacido son grandes y por eso las garantías deben reforzarse antes de dar el paso hacia el que parece ser el objetivo de los investigadores: la reproducción humana.
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