domingo, 24 de septiembre de 2017

El ayudante espía. Nadiezhda Mandelstam.

Copió un texto tan aplicable totalitarismo como a la Universidad correcta.
"La variante tercera , que era además la más peligrosa, llevaba el nombre de ayudantes. Se trataba de jóvenes literatos, aspirantes a grados académicos, cuya actitud ante la poesía era de sincero entusiasmo y que sabían de memoria infinidad de poesías. Su primera visita era, casi siempre, inocente; venían a vernos con las más sanas intenciones, pero más tarde eran reclutados. Algunos de ellos confesaron sinceramente a Mandelstam ( igual que había ocurrido a Ajmatóva) que los llamaban e interrogaban. Después de las confesiones solían desaparecer; otros dejaban de visitarnos pronto sin explicación ninguna. A veces, pasados los años, me enteraba de lo ocurrido con ellos, es decir, que los habían llamado. Eso fue lo ocurrido con L. Me contó su historia Ajmatóva. No se atrevió a buscarla en Leningrado y la encontró casualmente en Moscú. Usted ni se imagina hasta que punto la tienen controlada, le dijo. Era una pena que desapareciese repentinamente una persona con quién habíamos entablado amistad, pero, por desgracia, lo único que podía hacer la gente honrada era desaparecer; dicho de otro modo renunciar al título de ayudantes. Los ayudantes son aquellos que sirven a dos dioses a la vez. No perdían su amor por la poesía , pero recordaban que también ellos  eran escritores o poetas, que ya era hora de que publicasen algo, que ocuparan un puesto en la vida. Con ello los seducían habitualmente  y, en efecto, el trato, la amistad o cualquier relación que fuese con Ajmatova o Mandelstam no les abría ningún camino hacia la literatura; en cambio, el relato sincero de cualquier conversación, por inocente que fuera, mantenida con nosotros servía al ayudante para que se publicase algo suyo en las anheladas páginas de una revista." Contra toda esperanza. 70-71.

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