De hecho, nuestra universidad está más a la altura de los tiempos de lo que se supone, porque tampoco en ella se piensa mucho. A veces resulta tan gratuita e inocua como la sociedad que la alberga. Con frecuencia me preocupa lo que el pensador colombiano Nicolás Gómez Dávila afirma en uno de sus escolios:
«Un fichero nutrido, una biblioteca imponente, una universi¬dad seria, producen hoy esos aludes de libros que no contienen ni un error, ni un acierto."
Y mas adelante cita:
"La universidad educa en cuanto enseña al joven a apasionarse por todo lo que le será inútil más tarde» .
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