jueves, 2 de marzo de 2017

Gómez Dávila, Haffner y la complicidad con el Estado.

Recuerdo dos escolios:

Ya no basta que el ciudadano se resigne, el estado moderno exige cómplices.


En este siglo toda empresa colectiva edifica prisiones. Sólo el egoísmo nos impide colaborar en vilezas. Hoy los copartícipes terminan en cómplices.

Y encuentro este párrafo en la Historia de un alemán de Haffner:

"Cuatro semanas mas tarde llevaba botas con vuelta, uniforme y un brazal con la cruz gamada, marchaba durante muchas horas al día por los alrededores de Jüterbog como parte de una columna militar y cantaba con el resto...También teníamos bandera, una bandera con la cruz gamada, claro está, que en ocasiones iba enarbolada abriendo la marcha, y cuando atravesábamos un pueblo, la gente congregada a izquierda y derecha de la bandera bien levantaba el brazo o bien se metía corriendo en algún portal. Actuaban así porque habían aprendido que de lo contrario nosotros, es decir, yo, les daríamos una paliza. No cambiaba nada en absoluto el hecho de que yo mismo, y alguno más entre nosotros, también huyese de las banderas buscando refugio en los portales cuando no estaba obligado a marchar tras ellas. Ahora sí lo estábamos, de modo que representábamos una paliza potencial para cada uno de los transeúntes, qeu saludaban o huían por miedo a nosotros, por miedo a mí,
Todavía hoy siento náuseas al reconstruir aquella escena en mi cabeza. Era todo el III Reich contenido en una cáscara de nuez."
El proceso iría a más cómo nos advirtió Ernst Jünger:

http://josemiguelserrano.blogspot.com.es/2013/07/ernst-junger-paradojas-de-la-abolicion.html

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