lunes, 9 de enero de 2017

Textos Teoría del Derecho.

Texto 1
Sócrates: Puesto que el razonamiento lo exige así, nosotros no tenemos otra cosa que hacer, sino examinar, como antes decía, si nosotros, unos sacando de la cárcel y otro saliendo, vamos a actuar justamente pagando dinero y favores a los que me saquen, o bien vamos a obrar injustamente haciendo todas estas cosas.  Y si resulta que vamos a realizar actos injustos, no es necesario considerar si, al quedarnos aquí sin emprender acción alguna, tenemos que morir o sufrir cualquier otro daño, antes que obrar injustamente.

Pero dice Gómez Dávila: Los hombres se dividen en muchos altruistas, ocupados en corregir a los demás, y pocos egoístas, ocupados en adecentarse a sí mismos.




Y  tambien - —“Amante de la libertad” es el seudónimo del egoísta.


Texto 2
Por la clemencia:
Sublevada y derrotada la ciudad de Mitielene los atenienses aprueban un duro castigo siguiendo el parecer de Cleón (castigo similar al de Melos), pero Diódoto les convence de lo contrario, no por que no mereciesen el castigo sino por la conveniencia cara al futuro. Este es parte del discurso de Diodoto según lo redacta Tucidides:

"Es preciso, pues, no tomar peores decisiones en la confianza de que la pena de muerte es una especie de garantía, ni privar a los desertores de la esperanza de arrepentirse y borrar sin demora su culpa. Considerad, efectivamente, que, por ahora si una ciudad rebelde comprende que no tendrá éxito, se avendría a un acuerdo, cuando aún es capaz de compensar el gasto y de pagar su cuota en el futuro; pero de aquella otra manera , ¿creeis acaso que habría alguna que no hiciera sus preparativos mejor que ahora y que no resistiera el asedio hasta el final, si de lo mismo le vale llegar a un acuerdo pronto que tarde? ¿Y como no va a ser un perjuicio  para nosotros , que habremos de gastar dinero en el asedio, dada la imposibilidad de llegar a un acuerdo, y qeu , en caso de conquista , obtendremos una ciudad arruinada y nos veremos privados en los sucesivo  de su tributo, en el cual se basa nuestra fuerza frente al enemigo? Conque no debemos perjudicarnos por ser unos jueces demasiado escrupulosos de los que se han equivocado, sino  buscar para lo sucesivo la forma de castigar moderadamente a las ciudades para tenerlas a nuestra disposición boyantes en recursos económicos"

Observese que el escarmiento de Melos no surtía todo el resultado esperado pues se sublevaban las ciudades aliadas, y que la utilidad, que se manejó entonces como factor decisivo para sancionar a Melos de la que se prefería la enemistad a la amistad sin tributo, se invoca ahora de nuevo frente  a la justicia precisamente para no sancionar a Mitilene "como se merece".

Por el castigo:

En el texto anterior de Tucidides vemos la opinión que se impuso de no condenar a toda la ciudad de Mitilene que había traicionado a Atenas. Este, por el contrario, es el discurso de Cleón que manejo argumentos similares a los de Melos para exigir el castigo y que  no se aplicase al clemencia.

"No debemos dar, pues, base a la esperanza, fiada a la elocuencia o comprada con dinero, de que se obtendrán perdón de sus errores debido a su condición de seres humanos: perdonable es lo involuntario. Así que yo por mi parte, ahora como en la ocasión anterior, me opongo a vuestro arrepentimiento de las decisiones adoptadas y a que caigais en alguno de los tres errores mas perjudiciales para un imperio: la compasión, el gusto por la elocuencia y la clemencia. Es justo, en efecto, corresponder con la compasión a los semejantes, y no a los que no la sentirán de nosotros y tenemos  siempre irremediablemente como enemigos......y la clemencia se otorga más bien a los futuros amigos, que lo serán, además, por siempre qeu a aquéllos  cuya hostilidad permanece estable y no decrece."

A lo que diría Gómez Dávila: - La caridad es virtud de fuertes.
Entre débiles es especulación sobre reciprocidades futuras.

Sigue


Texto 3

Tucídides y el espíritu de partido. Con dos escolios de Gómez Dávila de coda.

Y en realidad, los lazos de sangre pasaron a ser menos sólidos que los de partido, pues en el ámbito de éste se estaba más dispuesto a ser osado sin reserva alguna. En efecto, tales asociaciones no estaban constituidas de acuerdo con las leyes vigentes con vistas al bien común, sino que las violaban por amor de la ambición de poder. Las garantías de fidelidad recíproca se confirmaban no tanto por las leyes divinas como por la cómplice violación de las leyes. Las buenas propuestas de los adversarios se aceptaban con precaución realista, cuando se estaba en situación ventajosa, pero no con espíritu generoso. El tomar venganza uno a su vez contra alguien se estimaba más que no haber sufrido ofensa inicial alguna. Y si en alguna ocasión se prestaba juramento a propósito de una tregua, tenía validez sólo momentáneamente, en tanto que se había prestado ante una situación apurada, y carecían de cualquier otro apoyo. Y cuando se presentaba la ocasión propicia, el primero en recobrar ánimos, al ver a la otra parte indefensa, obtenía mayor placer de tomar venganza violando su compromiso que si lo hiciera abiertamente. Calculaba a la vez no sólo la seguridad, sino además la gloria que su inteligencia conseguía, por añadidura, en caso de triunfar gracias a su astucia. En efecto, la mayoría de los hombres prefieren se les llame hábiles, siendo no más que unos canallas, a que se les considere necios siendo honestos: de esto se avergüenzan, de lo otro se enorgullecen. La causa de todo esto fue la ambición de poder y de gloria; y de ellos se derivan, una vez que la rivalidad comienza, las fuertes pasiones. En  efecto, los jefes de los partidos de las distintas ciudades, utilizando de uno y otro bando hermosas palabras (según sus preferencias por la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley o por la sabiduría de la aristocracia), y pretendiendo de palabra servir al interés público, hacían de él botín de sus luchas. Y en sus luchas por prevalecer con cualquier medio sobre su respectivo enemigo osaron las más terribles acciones, persiguiendo venganzas aún más crueles, ya que no las ejecutaban dentro de los límites de la justicia y del interés público, sino que las fijaban según el capricho que en cada ocasión tenían en uno u otro bando. Fuera por una condena injusta, fuera por apoderarse del poder a la fuerza, siempre estaban listos para saciar su afán de pelea.




En este sentido podemos recordar a Nicolás Gómez Dávila:
"Hablar de “voluntad de poder” es ennoblecer la verdad. El hombre, ante todo, anhela humillar." (el escolio se refiere mas bien a Nietzsche pero puede usarse.)



Este es mas claro aún para el derecho:

"La mentalidad liberal atribuye las consecuencias de la congénita perversidad del hombre a los  artificios con que la humanidad a veces las mitiga."

Texto 4

Quizá alguien diga: "¿No te da vergüenza, Sócrates, haberte dedicado a una ocupación tal por la que ahora corres riesgo de morir?"


A este, yo, a mi vez, le diría unas palabras justas: "No tienes razón, amigo, si crees que un hombre que sea de algún provecho ha de tener en cuenta el riesgo de vivir o morir, sino el examinar solamente al obrar, si hace cosas justas o injustas y actos propios de un hombre bueno o de un hombre malo".



Sabed bien que, si me condenáis a muerte, siendo yo cual digo que soy, no me dañaréis a mí más que a vosotros mismos. en efecto a mi no me causarían ningún daño ni Meleto ni Anito cierto que tampoco podrían, porque no creo que naturalmente  esté permitido que un hombre bueno reciba daño de otro malo. Ciertamente podría quizá matarlo o desterrarlo o quitarle los derechos ciudadanos. Este y algún otro creen, quizá, que estas cosas son grandes males; en cambio yo no lo creo así, pero sí creo que es un mal mucho mayor hacer lo que este hace ahora: intentar condenar a muerte a un hombre injustamente." 

Texto 5

Puesto que el razonamiento lo exige así, nosotros no tenemos otra cosa que hacer, sino examinar, como antes decía, si nosotros, unos sacando de la carcel y otro saliendo, vamos a actuar justamente pagando dinero y favores a los que me saquen, o bien vamos a obrar injustamente haciendo todas estas cosas.  Y si resulta que vamos a realizar actos injustos, no es necesario considerar si, al quedarnos aquí sin emprender acción alguna, tenemos que morir o sufrir cualquier otro daño, antes que obrar injustamente.

Texto 6 San Agustín.

Confesiones Libro III, 3, 6 Sobre los estudios jurídicos.


Los estudios calificados de nobles a los que yo me dedicaba tenían como meta la carrera forense, los tribunales y los pleitos. Tenía  que promocionarme  en esta profesión, donde se adquiere tanto mayor fama cuanto con mayor éxito se recurre a procedimientos fraudulentos. La ceguera humana es tan grande, que llega a presumir de esta misma ceguera. Yo era el número uno de mi promoción en la escuela de retórica, y disfrutaba de mi vanidad, envaramiento y pedantería.


Texto 7

Ética a Nicómaco. V. 10, 1137b

Lo que ocasiona la dificultad es que lo equitativo es justo, pero no en el sentido de la ley, sino como una rectificación de la justicia legal. La causa de ello es que toda ley es universal , y hay cosas que no se pueden tratar rectamente de un modo universal. En aquellos casos, pues, en que es preciso hablar de un modo universal, pero no es posible hacerlo rectamente, la ley toma en consideración lo más corriente sin desconocer su yerro. Y no por eso es menos recta, porque el yerro no está en la ley, ni en el legislador, sino en la naturaleza de la cosa, puesto que tal es desde luego la índole de las cosas prácticas.

Texto 8 Tucidides.

Y en realidad, los lazos de sangre pasaron a ser menos sólidos que los de partido, pues en el ámbito de éste se estaba más dispuesto a ser osado sin reserva alguna. En efecto, tales asociaciones no estaban constituidas de acuerdo con las leyes vigentes con vistas al bien común, sino que las violaban por amor de la ambición de poder. Las garantías de fidelidad recíproca se confirmaban no tanto por las leyes divinas como por la cómplice violación de las leyes. Las buenas propuestas de los adversarios se aceptaban con precaución realista, cuando se estaba en situación ventajosa, pero no con espíritu generoso. El tomar venganza uno a su vez contra alguien se estimaba más que no haber sufrido ofensa inicial alguna. Y si en alguna ocasión se prestaba juramento a propósito de una tregua, tenía validez sólo momentáneamente, en tanto que se había prestado ante una situación apurada, y carecían de cualquier otro apoyo. Y cuando se presentaba la ocasión propicia, el primero en recobrar ánimos, al ver a la otra parte indefensa, obtenía mayor placer de tomar venganza violando su compromiso que si lo hiciera abiertamente. Calculaba a la vez no sólo la seguridad, sino además la gloria que su inteligencia conseguía, por añadidura, en caso de triunfar gracias a su astucia. En efecto, la mayoría de los hombres prefieren se les llame hábiles, siendo no más que unos canallas, a que se les considere necios siendo honestos: de esto se avergüenzan, de lo otro se enorgullecen. La causa de todo esto fue la ambición de poder y de gloria; y de ellos se derivan, una vez que la rivalidad comienza, las fuertes pasiones. En  efecto, los jefes de los partidos de las distintas ciudades, utilizando de uno y otro bando hermosas palabras (según sus preferencias por la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley o por la sabiduría de la aristocracia), y pretendiendo de palabra servir al interés público, hacían de él botín de sus luchas. Y en sus luchas por prevalecer con cualquier medio sobre su respectivo enemigo osaron las más terribles acciones, persiguiendo venganzas aún más crueles, ya que no las ejecutaban dentro de los límites de la justicia y del interés público, sino que las fijaban según el capricho que en cada ocasión tenían en uno u otro bando. Fuera por una condena injusta, fuera por apoderarse del poder a la fuerza, siempre estaban listos para saciar su afán de pelea.

Texto 7 Simon Leys.

El experto es lo suficientemente ignorante en el dominio que se supone de su competencia salvo por inadvertencia. Muy hábil en el oficio de hacerse el importante, nunca debe decir nada, pero debe decir esa nada con elocuencia y abundancia, en cuatro o cinco volúmenes, de forma ponderada y reflexiva, en lo alto de una tribuna prestigiosa....Póngale delante de Auschwitz, por ejemplo, y el nos dirá que no debemos dejarnos llevar por las emociones, ni tener la arrogancia de imponer nuestros juicios subjetivos sobre los valores nazis que, después de todo eran diferentes.

Texto 8 Sófocles.

"El tirano no es veleidoso, sino sistemático. El tirano no se desparrama en caprichos sino se concentra en una idea.
El tirano es hombre de principios." NGD Escolios.

"ANTÍGONA
¿Qué esperas, pues? A mi, tus palabras ni me placen ni podrían nunca llegar a complacerme; y las mías también a ti te son desagradables. De todos modos, ¿cómo podía alcanzar más gloriosa gloria que enterrando a mi hermano? Todos éstos, te dirían que mi acción les agrada, si el miedo no les tuviera cerrada la boca; pero la tiranía tiene, entre otras muchas ventajas, la de poder hacer y decir lo que le venga en gana.
CREONTE
De entre todos los cadmeos, este punto de vista es solo tuyo.
ANTÍGONA
Que no, que es el de todos: pero ante ti cierran la boca.
CREONTE
¿Y a ti no te avergüenza, pensar distinto a ellos?
ANTÍGONA
Nada hay vergonzoso en honrar a los hermanos.
CREONTE
¿Y no era acaso tu hermano el que murió frente a él?
ANTÍGONA
Mi hermano era, del mismo padre y de la misma madre.
CREONTE
Y, siendo así, ¿como tributas al uno honores impíos para el otro?
ANTÍGONA
No sería a ésta la opinión del muerto.
CREONTE
Si tú le honras igual que al impío…
ANTÍGONA
Cuando murió no era su esclavo: era su hermano.
CREONTE
Que había venido a arrasar el país; y el otro se opuso en su defensa.
ANTÍGONA
Con todo, Hades requiere leyes igualitarias.
CREONTE
Pero no que el que obró bien tenga la misma suerte que el malvado.
ANTÍGONA
¿Quién sabe si allí abajo mi acción es elogiable?
CREONTE
No, en verdad no, que un enemigo.. ni muerto, será jamás mi amigo
ANTÍGONA
No nací para compartir el odio sino el amor.
CREONTE
Pues vete abajo y, si te quedan ganas de amar, ama a los muertos que, a mi, mientras viva, no ha de mandarme una mujer.NGD Escolios.


Parte del dialogo de Antígona y Creonte.


ANTÍGONA
¿Qué esperas, pues? A mi, tus palabras ni me placen ni podrían nunca llegar a complacerme; y las mías también a ti te son desagradables. De todos modos, ¿cómo podía alcanzar más gloriosa gloria que enterrando a mi hermano? Todos éstos, te dirían que mi acción les agrada, si el miedo no les tuviera cerrada la boca; pero la tiranía tiene, entre otras muchas ventajas, la de poder hacer y decir lo que le venga en gana.
CREONTE
De entre todos los cadmeos, este punto de vista es solo tuyo.
ANTÍGONA
Que no, que es el de todos: pero ante ti cierran la boca.
CREONTE
¿Y a ti no te avergüenza, pensar distinto a ellos?
ANTÍGONA
Nada hay vergonzoso en honrar a los hermanos.
CREONTE
¿Y no era acaso tu hermano el que murió frente a él?
ANTÍGONA
Mi hermano era, del mismo padre y de la misma madre.
CREONTE
Y, siendo así, ¿como tributas al uno honores impíos para el otro?
ANTÍGONA
No sería a ésta la opinión del muerto.
CREONTE
Si tú le honras igual que al impío…
ANTÍGONA
Cuando murió no era su esclavo: era su hermano.
CREONTE
Que había venido a arrasar el país; y el otro se opuso en su defensa.
ANTÍGONA
Con todo, Hades requiere leyes igualitarias.
CREONTE
Pero no que el que obró bien tenga la misma suerte que el malvado.
ANTÍGONA
¿Quién sabe si allí abajo mi acción es elogiable?
CREONTE
No, en verdad no, que un enemigo.. ni muerto, será jamás mi amigo
ANTÍGONA
No nací para compartir el odio sino el amor.
CREONTE
Pues vete abajo y, si te quedan ganas de amar, ama a los muertos que, a mi, mientras viva, no ha de mandarme una mujer.

Texto 9 Aristóteles.

En cambio, la justicia de los modos de trata  es, sí, una igualdad, y lo injusto una desigualdad, pero no según aquella proporción sino según la proporción aritmética. Lo mismo da, en efecto, que un hombre bueno haya defraudado a uno malo que  uno malo haya defraudado a uno bueno, o que el adulterio haya sido cometido por un hombre bueno o malo: la ley sólo mira a la especie de daño y trata como iguales al que comete la injusticia y al que la sufre, al que perjudica  y al perjudicado. De modo que es esta clase de injusticia, que es una desigualdad, la que el juez procura igualar; y así cuando uno recibe un golpe y otro loda, o uno mata y otro muere, el sufrimiento y la acción se reparten desigualmente, pero el juez procura igualarlos con el castigo quitando del lado de la ganancia, pues en tales casos se usa en general el término "ganancia" aunque no es adecuado a algunos, por ejemplo, refiriéndose al que  ha dado un golpe.

Texto 10 Tucídides.

Tenemos un régimen político que no se propone como modelo las leyes de los vecinos, sino que más bien es él modelo para otros. Y su nombre, como las cosas dependen no de una minoría, sino de la mayoría, es  Democracia. A todo el mundo asiste, de acuerdo con nuestras leyes, la igualdad de derechos en los conflictos privados, mientras que para los honores, si se hace distinción en algún campo, no es la pertenencia a una categoría, sino el mérito lo que hace acceder a ellos; a la inversa, la pobreza no tiene como efecto que un hombre, siendo capaz de rendir servicio al Estado, se vea impedido de hacerlo por la oscuridad de su condición. Gobernamos liberalmente lo relativo a la comunidad, y respecto a la suspicacia recíproca referente a las cuestiones de cada día, ni sentimos envidia del vecino si hace algo por placer, ni añadimos nuevas molestias, que aun no siendo penosas son lamentables de ver. Y al tratar los asuntos privados sin molestarnos, tampoco transgredimos los asuntos públicos, más que nada por miedo, y por obediencia a los que en cada ocasión desempeñan cargos públicos y a las leyes, y de entre ellas sobre todo a las que están dadas en pro de los injustamente tratados, y a cuantas por ser leyes no escritas comportan una vergüenza reconocida. 38. Y también nos hemos procurado frecuentes descansos para nuestro espíritu, sirviéndonos de certámenes y sacrificios celebrados a lo largo del año, y de decorosas casas particulares cuyo disfrute diario aleja las penas. Y a causa de su grandeza entran en nuestra ciudad toda clase de productos desde toda la tierra, y nos acontece que disfrutamos los bienes que aquí se producen para deleite propio, no menos que los bienes de los demás hombres.

Texto 11 Esquilo

 Pero ya que este asunto se ha presentado aquí, para entender en los homicidios, elegiré jueces, que a la vez sean irreprochables en la estimación de la ciudad, estén vinculados por juramentos, y los constituiré en tribunal para siempre......
Claves:
Cosmología: Se supera el ciclo de venganzas que define la Orestiada mediante el establecimiento de la Justicia Olímpica.
Las palabras son de Atenea diosa de la Justicia (en este caso) que habla por Zeus.
Se establece un Tribunal ciudadano, del Areopago, donde aparece un primer procedimiento, con testigos, juramentos e imparcialidad de los jueces.
Esquilo muestra la confianza en los dioses olímpicos (orden del mundo) y en la democracia ateniense, que expresa esa confianza religiosa. 

Texto 12 Hesiodo.

Oh reyes! considerad por vosotros mismos este castigo; porque los Dioses mezclados entre los hombres, ven a cuantos se persiguen con juicios inicuos sin preocuparse de los Dioses ni por asomo. Sobre la tierra mantenedora de muchos hay treinta mil Inmortales de Zeus que guardan a los hombres mortales; y envueltos de aire, corren acá y allá sobre la tierra observando los juicios equitativos y las malas acciones. Y la justicia es una virgen hija de Zeus, ilustre, venerable para los Dioses que habitan el Olimpo; y en verdad que, si alguien la hiere y la ultraja sentada junto al Padre Zeus Cronión, al punto acusa ella al espíritu inicuo de los hombres, con el fin de que el pueblo sea castigado por culpa de los reyes que, movidos de un mal designio, se apartan de la equidad recta y se niegan a pronunciar juicios irreprochables. Considerad esto, ¡oh reyes devoradores de presentes! corregid vuestras sentencias y olvidad la iniquidad. Se hace daño a sí mismo el hombre que se lo hace a otros; un mal designio es más dañoso para quien lo ha concebido. Los ojos de Zeus lo ven y lo comprenden todo; y en verdad que, si Zeus lo quiere, mira al proceso que se juzga en la ciudad. Pero no quiero pasar por justo entre los hombres, ni que pase por ello mi hijo, puesto que constituye una desdicha ser justo, y el más inicuo tiene más derechos que el justo. Sin embargo no creo que Zeus, que disfruta del rayo, quiera que las cosas acaben así.

Texto 13 Aristóteles.
En cambio, la justicia de los modos de trata  es, sí, una igualdad, y lo injusto una desigualdad, pero no según aquella proporción sino según la proporción aritmética. Lo mismo da, en efecto, que un hombre bueno haya defraudado a uno malo que  uno malo haya defraudado a uno bueno, o que el adulterio haya sido cometido por un hombre bueno o malo: la ley sólo mira a la especie de daño y trata como iguales al que comete la injusticia y al que la sufre, al que perjudica  y al perjudicado. De modo que es esta clase de injusticia, que es una desigualdad, la que el juez procura igualar; y así cuando uno recibe un golpe y otro loda, o uno mata y otro muere, el sufrimiento y la acción se reparten desigualmente, pero el juez procura igualarlos con el castigo quitando del lado de la ganancia, pues en tales casos se usa en general el término "ganancia" aunque no es adecuado a algunos, por ejemplo, refiriéndose al que  ha dado un golpe.

Texto 14 Aristóteles.

La justicia política se divide en natural y legal; natural, la que tiene en todas partes la misma fuerza, independientemente de lo que parezca o no, y legal la de aquello que en un principio da lo mismo que sea así o de la otra manera, pero una vez establecido ya no da lo mismo, por ejemplo, que el rescate cueste una mina, o que se deba sacrificar una cabra y no dos ovejas, y todas las leyes establecidas  para casos concretos, como ofrecer sacrificios en honor de Brasidas, y las disposiciones de la índole de los decretos

Texto 15 Esquilo
Agamenon, Estrofa 2 160-
Zeus, quienquiera que sea,  si asi le place ser llamado, con ese nombre yo lo invoco.
Ninguna salvación me puedo imaginar, al sopesarlo todo con cuidado, excepto la de Zeus, si esta inútil angustia debo expulsar de verdad de mi pensamiento.
Estrofa 3.
Porque Zeus puso a los mortales en el camino del saber, cuando establecio con fuerza de ley que se adquiera la sabiduria con el sufrimiento.Del corazón gotea en el suelo una pena dolorosa de recordar e, incluso a quienes no lo quieren, les llega el momento de ser prudentes. En cierto modo es un favor que nos imponen con violencia los dioses desde su sede en el augusto puente de mando

Texto 16 Herodoto.

Pongo un texto sobre el nomos

Lo mismo ocurre con los lacedemonios: en combates singulares no son inferiores a nadie, mientras que, en compacta formación, son los mejores de la tierra. Pues, pese a ser libres, no son libres del todo, ya que rige sus destinos un supremo dueño, la ley, a la que, en su fuero interno, temen mucho más, incluso, de lo que tus súbditos te temen a ti.
Herodoto, Historia, Libro VII, 104, 4.

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