lunes, 26 de septiembre de 2016

Textos orden y Justicia

2 Samuel 24 12-17
-Vete a decirle a David: "Esto ha dicho el Señor: Tres castigos te propondré; elige uno y lo ejecutaré.
Se presentó, pues, Gad ante David y le dijo:
-¿Qué prefieres; tres años de hambre en tu país, tres meses de constante huida de tus enemigos que estarán siempre persiguiéndote, o tres días de peste en tu país? Ahora reflexiona y decide qué debo responder al que me ha enviado.
David dijo a Gad:
-Estoy en un grave aprieto. Pero es mejor caer en manos del Señor, cuya entrañable misericordia es grande, que caer en manos de los hombres.
Así que David eligió la peste. Era el tiempo de la siega del trigo. El Señor envió la peste sobre Israel desde esa mañana hasta el momento fijado, y murieron setenta mil hombres del pueblo, desde Dan hasta Berseba. Cuando el ángel iba a extender la mano sobre Jerusalén para destruirla, el Señor tuvo compasión por tanto daño y dijo al ángel que exterminaba al pueblo:
-Basta, detén tu mano


 Iliada Homero Allí una contienda se había entablado y dos hombres pleiteaban por la pena debida a causa de un asesinato:

uno insistía en se había pagado todo en su testimonio público y el otro negaba haber recibido nada y ambos reclamaban el recurso a un árbitro para el veredicto. 
Y las gentes al uno y al otro, defensoras de una y otra parte, los aclamaban con gritos de apoyo; y los heraldos, como es natural intentaban contener a las gentes; y los ancianos estaban sentados sobre sus pulidas piedras en el círculo sacro, y en sus manos tenían el bastón de los heraldos, de voz sonora a través del aire, y con ellos se iban  levantando luego, de un salto y poniéndose en pie, y uno y otro, alternativamente, cada cual pronunciaba su sentencia, y había justamente en el medio de los ancianos dos talentos de oro para dárselos, el que entre ellos, mas recta la sentencia pronunciara.

Agamenon, Estrofa 2 160-

Zeus, quienquiera que sea,  si asi le place ser llamado, con ese nombre yo lo invoco.
Ninguna salvación me puedo imaginar, al sopesarlo todo con cuidado, excepto la de Zeus, si esta inútil angustia debo expulsar de verdad de mi pensamiento.
Estrofa 3.
Porque Zeus puso a los mortales en el camino del saber, cuando establecio con fuerza de ley que se adquiera la sabiduria con el sufrimiento.Del corazón gotea en el suelo una pena dolorosa de recordar e, incluso a quienes no lo quieren, les llega el momento de ser prudentes. En cierto modo es un favor que nos imponen con violencia los dioses desde su sede en el augusto puente de mando

¡Oh reyes! considerad por vosotros mismos este castigo; porque los Dioses mezclados entre los hombres, ven a cuantos se persiguen con juicios inicuos sin preocuparse de los Dioses ni por asomo. Sobre la tierra mantenedora de muchos hay treinta mil Inmortales de Zeus que guardan a los hombres mortales; y envueltos de aire, corren acá y allá sobre la tierra observando los juicios equitativos y las malas acciones. Y la justicia es una virgen hija de Zeus, ilustre, venerable para los Dioses que habitan el Olimpo; y en verdad que, si alguien la hiere y la ultraja sentada junto al Padre Zeus Cronión, al punto acusa ella al espíritu inicuo de los hombres, con el fin de que el pueblo sea castigado por culpa de los reyes que, movidos de un mal designio, se apartan de la equidad recta y se niegan a pronunciar juicios irreprochables. Considerad esto, ¡oh reyes devoradores de presentes! corregid vuestras sentencias y olvidad la iniquidad. Se hace daño a sí mismo el hombre que se lo hace a otros; un mal designio es más dañoso para quien lo ha concebido. Los ojos de Zeus lo ven y lo comprenden todo; y en verdad que, si Zeus lo quiere, mira al proceso que se juzga en la ciudad. Pero no quiero pasar por justo entre los hombres, ni que pase por ello mi hijo, puesto que constituye una desdicha ser justo, y el más inicuo tiene más derechos que el justo. Sin embargo no creo que Zeus, que disfruta del rayo, quiera que las cosas acaben así.




Solón. Pues di al pueblo el poder suficiente,/ sin quitar ni añadir nada a sus derechos./ A los poderosos estimados por sus bienes,/ cuidé de dejarles la parte pertinente,/ entre ambos me coloqué al amparo de mi escudo./ Y a ninguno dejé vencer contra derecho.




Comentario Sófocles


No es de  Zeus de quien ha emanado ese decreto y la Justicia que habita con los dioses subterráneos no ha establecido jamás para los hombres leyes semejantes. Yo no creo que tus edictos tengan tanta fuerza como para vencer las leyes no escritas e inmutables de los dioses.

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