Un hombre armado hasta los dientes entra en una noche latina
de un local gay en Orlando y mata a 50 personas, hiriendo a 53. Finalmente es
abatido, no sin herir a uno de los policías asaltantes, que se librara,
probablemente, gracias a un casco
antibalas.
Durante varias horas los medios norteamericanos, con
honrosas excepciones, se debaten entre si se trata de un execrable crimen de
odio ( es decir un acto individual antigay) o un acto terrorista antiamericano
de base organizada. Incluso el presidente Obama en su intervención mantiene el
juego hablando de un acto de terrorismo, así en general; y de un acto de odio,
así de manera imprecisa. Por supuesto en Estados Unidos nadie con relevancia
política se atrevió a hacer lo que en España ha hecho el candidato secundario
de Podemos Alberto Garzón, que sin más noticias atribuyo el atentado al
heteropatriarcado, implicando así a todos los heteropatriarcas del mundo en la
masacre y aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid para poner su nota
radical en la campaña electoral española.
Cuando se producen todas estas reacciones tanto el
Presidente de los Estados Unidos como buena parte de los medios ya conocían al
menos los siguientes datos. Primero, el autor del atentado antes de realizarlo
llama al teléfono de emergencias y lo reivindica en nombre del autodenominado
Estado Islámico, para sus enemigos DAESH, organización que parece que algo
tiene de terrorista y algo de islámica. Segundo, la policía averigua que el
sujeto abatido es un estadounidense de procedencia afgana y, oh sorpresa,
mahometano radical con incidentes previos de maltrato y odio. Tercero,
la conocida organización terrorista Estado Islámico, llamada por sus enemigos
DAESH, ha reivindicado la masacre.
La paradoja pues es el desesperado intento de Obama y sus
correctos aliados políticos en disimular el origen ideológico y la vinculación
estricta del crimen. Algo así como la conocida condena del terrorismo “venga de
donde venga” que se hizo popular en nuestra transición, cuando izquierda y
nacionalistas no querían condenar el terrorismo venga de donde viene. La
estrategia, una de las notas distintivas de la administración demócrata estadounidense, se está revelando como muy desafortunada.
Nadie puede dudar a estas alturas que la estrategia del
DAESH es clara y directa, sus atentados
tienen poco de indiscriminados. La
organización conectada en origen con quienes estuvo conectada y
trágicamente reforzada con la desarticulación de la parte sunnita del ejército
iraquí, en un error de libro de, en este caso, los estrategas de Bush, sigue un guión que le da buenos réditos con
su público, los mahometanos radicalizados de medio mundo.
Si descontamos los atentados contra centros de comunicación
estratégicos como metros y aeropuertos, el DAESH está aplicando la ley islámica
en su versión wahabí, con todo su rigor en todo el mundo. Así atacan los que
ellos entienden como centros de corrupción y diversiones pecaminosas, que son
todas, claro está; sancionan la blasfemia y castigan a musulmanes y cristianos
que se encuentran cerca de su zona de influencia a la menor ocasión. Por
supuesto matan judíos, en este caso sin más justificaciones sofisticadas.
Una organización, una base ideológica y una estrategia.
Frente a ello Occidente sigue con sus complejos políticamente correctos y la
sensación de que no se toma nada en serio. La política radicalmente equivocada
de la Clinton en Libia y Siria nos lo muestra. Todos los grandes actores
consideran al Estado Islámico uno de los problemas, pero no el principal ni en
Libia, ni en Siria, ni en Iraq, ahí las tensiones Rusia-EEUU, la detención de
los iraníes, las buenas relaciones con los del Golfo, los intereses antikurdos
de Turquía se hacen más importantes, incluso durante unos meses Israel dudó
sobre su enemigo principal en estos asuntos.
Mientras sufrimos los interminables interrogatorios en la
Aduana de EEUU, para que luego sea un nacional quien dé el golpe decisivo,
pasamos mil controles en los aeropuertos para que luego se permita la entrada
de oleadas de personas sin control de antecedentes o verdadera procedencia en
Europa y, como no, sentimos la presión asfixiante de la corrección política que
se detiene, claro está, ante la menor posibilidad de acusación de islamofobia.
Por todo ello no voy a encender ni una velita, ni poner una florecita, ni ser
nadie que no soy, tampoco guardaré un segundo de silencio, pues es hora de
hablar y de exigir.
Estimado Señor Serrano muy valioso : " ni ser nadie que no soy,", pero la gran masa representan lo que no son, una cara por delante y otra por detrás...al final el tiempo habla por sí mismo...hasta los capiteles románicos hablan...y esos no se equivocan.
ResponderEliminarCarlos Drumond de Andrade: " La confusión es nuestra, que olvidamos lo que hay de agua, de soplo y de inocencia en el fondo de cada uno de nosotros, terrestres"," El diente muerde la fruta envenenada, la fruta muerde el diente envenenado, el veneno muerde la fruta y muerde el diente mordiéndose, el diente, ya descubre la deliciosísima pulpa de la nada.".
VITRALES
ResponderEliminar¡Rosaleda de oro,
selva del sonoro
ruiseñor del coro!
¡Rosas inocentes,
formas transparentes
conceptos lucientes!
¡Sois en los vitrales
de las catedrales,
soles musicales!
¡Teologal diseño,
rosas del ensueño
de un cielo abrileño!
¡Voluntades bélicas!
¡Coyundas angélicas!
¡Paces evangélicas!
¡Rosas del anhelo,
voces del consuelo,
amores del Cielo!
¡Escalas por donde
al alma responde
el que se me esconde!
¡Mística oración!
¡Dulce posesión!
¡Tetragrámaton!
Ramón María del Valle-Inclán