lunes, 11 de enero de 2016

Voegelin y Gómez Dávila. Segunda parte del comentario de Josemaria Carabante sobre "Democracia y nihilismo".

En un momento, tanto político como social, en el que prima sobre todo la imagen, el lema y el pensamiento único y conscientemente frívolo de la posmodernidad, la contun­dente crítica y la enmienda a la totalidad que realiza Gómez Dávila en sus escolios confirman la situación de urgencia en que nos encontramos. En el pormenorizado análisis que se realiza en estas páginas, y después de presentar al autor, se expone la crítica de Gómez Dávila a los dogmas democrá­ticos. No estaba muy equivocado el pensador colombiano, como sostiene Serrano, cuando detectaba en la religión de­mocrática la semilla de todos los males y advertía de cómo había ido sustituyendo paulatinamente la fe en la trascen­dencia. Esta opinión no supone denigrar la forma política democrática. Simplemente denuncia su emplazamiento ilegítimo cuando intenta ocupar el centro de referencia del sentido, por decirlo en términos filosóficos, y usurpando el puesto de lo sobrenatural. Pero es que, además, cuando todo es democrático, de alguna manera nada lo es y el hom­bre termina siendo menos libre y aherrojándose en brazos de un paternalismo incompatible con su libertad.
Se equivocaría quien viera en Gómez, Dávila solo a un destructor. Sigue, es cierto, la estela combativa de Nietzsche; retoma y actualiza el gusto por la paradoja y las contradiccio­nes. Socava las apariencias y a veces es tan sutil que, a un lector poco atento, le puede parecer superficial. Sin embar­go, aceptando la invitación a profundizar en su obra que nos oferta este ensayo, tiene también mucha hondura filosófica. Sus ideas sobre las religiones políticas y la herencia teológica de algunos conceptos políticos ya secularizados le emparen- tan con autores de la talla de C. Schmitt o E. Voegelin y ha­cen imprescindible su pensamiento para entender la génesis y configuración cultural de nuestras sociedades.
¿Cuál es la causa de ese nihilismo que, ya en el título, se hermana con la democracia? La entronización del indi­viduo, la victoria de la inmanencia sobre lo trascendente, causa la pérdida de sentido. Ya lo vio Kierkegaard de un modo magistral en su análisis sobre la enfermedad mortal, la desesperación. Gómez Dávila sigue la estela de este y otros pensadores poco considerados en el ámbito de. los profesionales de la filosofía, pero con suficiente envergadura cómo para estar situados junto a los autores canónicos. También como el pensador danés, Gómez Dávila de­tectó que esa pérdida de referencias no libera al hombre, sino que lo esclaviza. La crítica a la excesiva penetración del estado en las esferas individuales y á lá pérdida de in­dependencia del ciudadano constituyen, en esté sentido, una constante en la obra del escritor colombiano.
Por ello, pese a detectar con tanta agudeza los motivos de la crisis intelectual de nuestro tiempo, y pese a mostrar a veces una rapto escéptico, la mirada de Gómez Dávila no es desesperanzada. Quien con tanto detalle denunció la re­ligiosidad dogmática de una modernidad que había renun­ciado a lo sobrenatural, se aferra a la trascendencia para huir tanto de ese nihilismo pesimista clásico como del nue: vo pesimismo esteticista que nace con Nietzsche. Quien quiera adentrarse en la obra de Gómez Dávila hallará aquí una generosa invitación; quien la conozca, se dará cuenta de lo mucho que tiene que aprender con su relectura.
Josemaría Carábante

1 comentario:

  1. Toda la razón. prima la imagen por tanto TODO ES UNA FALSEDAD y podría decirse Todo porque es tan poco lo auténtico que casi ni existe.



    Muy significativo y de valiosa interpretación: " y usurpando el puesto de lo sobrenatural.". Francisco Ayala tiene una obra con el título " Los Usurpadores", es una imagen a tener en cuenta, en la Historia siempre ha existido.


    No es poco lo señalado en este artículo: " La entronización del indi­viduo, la victoria de la inmanencia sobre lo trascendente, causa la pérdida de sentido".


    De grandiosa importancia: " Socava las apariencias y a veces es tan sutil que", lo hace la vela o candelabro.



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