viernes, 6 de noviembre de 2015

Reseña de Till Kinzel sobre democracia y nihilismo.


Aqui esta el enlace a la reseña de Till Kinzel sobre "Democracia y nihilismo" publicada en la Revista La Torre Del Virrey.
Este libro sobre el autor colombiano Nicolás Gómez Dávila es el primero que escribe un español. Es un hito importante en la recepción histórica de este singular autor, sin igual en la historia de la literatura. El libro es un hito aún más notable porque el significativo escritor y pensador colombiano de Bogotá, que vivió entre 1913 y 1994, no había encontrado eco en España durante mucho tiempo. Pero también en su tierra natal, con la que no se sentía espiritualmente vinculado, Gómez Dávila fue durante mucho tiempo un gran desconocido en la historia de la literatura y la filosofía. Tenía desde luego un pequeño círculo de amigos que conocían y valoraban su actividad literaria, en cierto modo oculta al gran público fuera de ese pequeño círculo. Hoy en día es distinto. Desde finales de la década de 1970 —curiosamente en el contexto de la lengua alemana, con el significativo estímulo del romanista Franz Niedermayer, a través de Peter Weiss en la editorial Karolinger y del escritor Martin Mosebach— se empieza a estudiar la asombrosa y exitosa historia de un autor que no se había molestado en modo alguno por el gran público. El éxito, primero, de las traducciones alemanas, luego de las italianas, francesas y polacas propicia que también se conozca en Colombia su nombre más allá de su estrecho círculo de amistades y compañeros de viaje. Entre tanto se presentan también obras de Gómez Dávila impresas en España.
Las dificultades para entender mejor a Gómez Dávila no se encuentran naturalmente en el ámbito lingüístico, sino en el de la ideología. ¿Por qué habían de hacerse cargo los lectores españoles de un autor tan crítico con la democracia como Gómez Dávila, una vez que España había salido afortunadamente del autoritarismo antidemocrático del general Franco? A esta pregunta no puede ni debe contestar alguien que, en una reseña, observa desde fuera de España. Más bien solo hay lugar para intentar una primera apreciación del libro de Serrano Ruiz-Calderón, que presenta al público la vida y obra de Gómez Dávila, interesado por la cuestión “Democracia y nihilismo”. Serrano dispone su libro con esos dos conceptos, con los que parece situar una decisiva lectura política en el centro de la consideración. Se esfuerza, sin embargo, por dar una amplia imagen del pensador colombiano, valorado tanto como un significativo escritor estético cuanto religioso. No sería errado considerar a Gómez Dávila, sobre todo, un “escritor religioso” similar a Kierkegaard, una valoración en cualquier caso más plausible que el extendido apóstrofe de “Nietzsche colombiano”. En modo alguno se pareció Gómez Dávila a un Nietzsche. Mientras que Nietzsche acabó él mismo como Anticristo su carrera filosófica, Gómez Dávila siguió siendo “un pagano que cree en Cristo”. Se mantuvo con firmeza al lado del
cristianismo, aun sin negar la gran importancia del pensamiento pagano. Cómo puso en relación Gómez Dávila ambas tradiciones puede mostrarlo el vínculo que estableció: el pensamiento sobre el hombre se nutre, por una parte, de la Biblia y, por otra, de Tucídides; sus modelos espirituales fueron Montaigne y Jacob Burckhardt.

Serrano se esfuerza dentro de lo posible por revisar y cotejar las muchas fuentes disponibles de la biografía de Gómez Dávila que resultan relevantes para una amplia representación de su evolución. A este conjunto pertenecen noticias diversas de su vida social en Bogotá, que se encuentran en periódicos especializados y contienen algún que otro detalle interesante, aun cuando no sean muy significativos para entender su obra. Serrano se dedica a exponer al detalle la biografía hasta ahora conocida, ya que las publicaciones anteriores sobre Gómez Dávila (como mi propio libro, que mientras tanto ha aparecido en una versión mucho más ampliada y elaborada) no se pueden tomar claramente como fuentes biográficas de carácter científico. Con esto sugiere en todo caso una investigación biográfica adicional, aunque probablemente Gómez Dávila no se habría entusiasmado demasiado.
Serrano esboza sobre la base de una lectura fundamental la dimensión bibliográfica de la obra, mencionando las ediciones más importantes y ordenando los textos más relevantes de la bibliografía secundaria. Es comprensible que no se conforme con un mero listado, sino que aporte comentarios críticos, que dan a su libro un peso adicional. De esta manera expone las interpretaciones que querrían asemejar a Gómez Dávila a Emil Cioran, aunque ambos diferían poderosamente. Aunque sin duda se puede estar de acuerdo, debería servir para una elaborada comparación precisa entre dichos autores. Sin duda, aún queda mucho por estudiar. Metódicamente ejemplar es la sólida discusión de Serrano del punto central del pensamiento de Gómez Dávila. Podría citarse el capítulo en el que se dedica al problema del “texto implícito” al que Gómez Dávila se refiere en sus escritos. Serrano no sigue la prestigiosa edición de Francisco Pizano de Birgard, en la que el texto implícito consiste en una discusión sobre la religión democrática en los textos. Más bien presenta modélicamente y de manera contrastiva o complementaria las posibles interpretaciones, de tal manera que el lector de su libro esté mejor informado para decidirse por una de las interpretaciones que se presenta.
En este mismo sentido es comprensible la preocupación de Serrano por leer a Gómez Dávila como un “reaccionario”, pues el propio pensador colombiano ya se refería a sí mismo como reaccionario y veía necesaria una reacción al mundo moderno. Serrano quiere apartarse del Gómez Dávila reaccionario. Gómez Dávila se puede interpretar como una imagen contraria a la del intelectual moderno à la Sartre, aun cuando no sorprenda que Gómez Dávila tenga a Sartre como uno de los autores “imposibles”, a los que nombra como los siete oscuros arcángeles. Serrano consigue elaborar la posición reaccionaria de Gómez Dávila: En el sentido político es una posición sin ilusión, que no está pensada como victoria, una victoria que, de todas maneras, no es de esperar. Su posición es por tanto ineficiente, impracticable. Con todo ello, el reaccionario se dispone de manera transversal a todas las ideologías modernas, tanto de izquierdas como de derechas. El reaccionario no está dispuesto a pagar el precio de la victoria; tampoco a ganar. Sin embargo, como cazador de santas sombras, puede recordar algo: que en este troquelado mundo moderno, se está perdiendo la ética del trabajo y su factibilidad —Heidegger hablaría de “maquinación”—, es decir, la actitud para la contemplación, la meditación y la reflexión del ser. Serrano resalta que Gómez Dávila rechaza también una posición práctica: la profesionalización actual, tanto la actitud pedagógica como la transformación de la cultura y la educación. Con ello, Gómez Dávila expone una réplica a las tendencias básicas de nuestro tiempo, como se demuestra en todo momento en este libro.
Serrano Ruiz-Calderón ofrece un más que interesante y conseguido libro sobre el gran pensador de Bogotá. Apenas se modifican algunas inexactitudes en los documentos bibliográficos, que pueden corregirse en una segunda edición. En resumen se puede decir que en este libro se expone y se discute la vida y obra de Gómez Dávila de una manera francamente sugestiva y productiva. Serrano Ruiz-Calderón corresponde con su estudio al complejo pensar y escribir de Gómez Dávila y recomienda sin reservas su lectura. Sería deseable que el espíritu de la contemplación, que es el espíritu de la filosofía, alentara a través de este libro –para que las “Furias de la Desaparición” no destruyan las antiguas tradiciones europeas La Europa actual solo se mantendrá si esas raíces de la antigua Europa se aseguran y se mantienen en su propia cultura.

Till Kinzel

1 comentario:

  1. Aquí está el inteligente secreto: " Se mantuvo con firmeza al lado del
    cristianismo, aun sin negar la gran importancia del pensamiento pagano.". ¿ Por qué la gente se empeña en ser tan categóricas, si pueden mezclarse bien a veces dos cosas distintas pero que se complementan?.

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