Coherencia y conciencia.
Más que un dilema los
diputados próvida del Partido Popular han tenido dos , entendiendo por
supuesto que no son diputados
unilateralmente próvida sino que consideran que la protección de la vida humana
desde su inicio hasta su final natural es un punto crucial de su acción
política.
El primero para varios de ellos ha sido de coherencia. En
efecto se trata de saber si la minireforma que sustituye el Proyecto Gallardón,
minireforma que se limita a aplicar el régimen general de los actos médicos a
este acto no médico del aborto, basta para condonar las razones por las que ellos y su partido
recurrieron la Ley Aído ante el Tribunal Constitucional. La oposición a una parte fundamental del
articulado de la norma no fue por razón de oportunidad, ni por un discurso de
consenso sino por la creencia de que la norma afectaba al derecho fundamental a
la vida de una forma grave, quebrando la jurisprudencia del propio tribunal. No
va a ser fácil entender que esta fuerte
objeción, se supera con una modificación
más o menos cosmética de alguna de las
aristas más discutidas.
Pero el segundo problema que puede tener el diputado no es
tan solo de coherencia sino también de conciencia. Parto de la base de que los problemas
jurídicos no son exactamente como los éticos. Es decir, se puede y se debe
apoyar una ley reductiva del aborto, aunque no sea óptima, salvando siempre la
posición personal de búsqueda de una norma que restringa aún más la actividad
de las denominadas clínicas.
Sin embargo, es cierto que la reducción de la nueva norma
debe ser lo suficientemente trascendente como para justificar un apoyo que “de
facto” te convierte en votante de la casi totalidad de la
Ley Aido. Pues la norma ligeramente reformada pasa a ser la de tu grupo, la que
tú has votado. Quienes ayer no votaron
la reforma entendieron evidentemente que no se cumplía la condición exigida.
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