martes, 24 de febrero de 2015

La detención democrática del Alcalde de Caracas.

Al recordar Chateaubriand la confluencia autoritaria entre bonapartistas, republicanos y algunos legitimistas nos ponía en guardia respecto a uno de los efectos posibles del principio democrático, que desarrollaría con singular acierto su sobrino Tocqueville. Este es la grave deriva autoritaria, pronto transformada en totalitaria, del principio mayoritario.
Observaba también en sus "Memorias de Ultratumba"el bretón que los franceses preferían antes la igualdad que la libertad, de ahí su fácil adaptación al poder bonapartista, aunque paradójicamente éste reconstruyera una suerte de aristocracia.
La afirmación de la libertad requiere pues, según esta escuela de los denominados por Gómez Dávila aristócratas liberales, una firme limitación del principio democrático, más eficaz si se apoya en la costumbre y en el efectivo ejercicio de la libertad de quienes la entienden como un medio de realización personal y no como un fín.
Según esta forma de ver las cosas, que ciertamente comparto, los actos despóticos de la mayoría son plenamente democráticos, considerando además que en ningún autor clásico se produce la identificación de democrático y bueno.
Así Maduro con su legislativo bolivariano y su ignorancia de cualquier límite tradicional o legal a la acción del partido hegemónico es democrata en el mismo sentido que según Gómez Dávila eran demócratas las democracias populares o fue democrática la toma del poder de Adolfo Hitler. Lo que convencionalmente llamamos garantías democráticas son ciertamente el límite que se pone al ejercicio de ese poder absoluto del demos. Aunque sabemos, de nuevo con el colombiano, que las masas apenas ejercen su poder absoluto unos meses durante el periodo revolucionario. Luego se establece una oligarquía que no admite límites a su poder de coartada popular. En este sentido, la detención del alcalde de Caracas adquiere todos los visos del acto tiránico. En este caso, el hijo del tirano Chaves, sin la capacidad atractiva de su "padre" sólo ve conspiraciones a su alrededor, centrando su odio hacia cualquier figura noble o en un sentido profundo popular.
No creo que en la Venezuela actual sea posible un Bruto que intente desesperadamente devolverle al libertad al Senado. Más bien debemos esperar que la guardia pretoriana harta del payaso-emperador lo termine cambiando por otro, ya veremos si mejor o peor.

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