lunes, 21 de octubre de 2013

El embrión ficticio. Historia de un mito biológico.

Ha publicado Gonzalo Herranz en la "Editorial Palabra" este libro que constituye su obra de madurez, casi su legado investigador, donde más que teorizaciones sobre la bioética nos muestra la forma en la que se debería hacer bioética.
Incluyo a continuación algunos párrafos que definen muy bien, desde mi punto de vista, lo que ha sido la bioética hasta ahora, es decir, como ha funcionado como antibioética. Gonzalo carga contra los biólogos, pero otro tanto podría decirse de los juristas o los políticos.

"Fueron muchos los hombres de ciencia que volcaron todo el peso de su prestigio en favor de las nuevas técnicas reproductivas. Lo hicieron no solo por ser científicos competentes, sino para solucionar importantes problemas humanos. Lo hicieron desde su credo cientifista, persuadidos de que solo la ciencia puede resolver los problemas de la humanidad y salvarla. Contagiaron la mentalidad de la supremacía de la ciencia a los miembros de los comités de bioética, a los agentes de los medios de la opinión pública y a los diputados y senadores. Les transmitieron un conjunto selectivo de datos y conceptos nuevos sobre el embrión, congruentes unos y otros con su visión optimista de la función rectora de la ciencia en la sociedad.
La embriología humana que aquellos expertos ofrecieron a los filósofos y políticos incluía  la afirmación de que, en su primeros días de desarrollo, el embrión humano , no es, ni puede ser considerado, un individuo merecedor del pleno respeto que se debe a un niño o a un adulto, aunque convenía tratarle con una determinada y maleable "medida de respeto". Las premisas científicas que llevaron a esta conclusión, aceptadas por muchos de buen grado, nunca fueron, sin embargo, discutidas a fondo. Curiosamente nadie, al parecer, se dio cuenta de que contenían conclusiones injustificadas o seriamente viciadas.
Este libro pretende poner de relieve las notables discrepancias que se pueden descubrir entre la ciencia recibida de aquel momento, la que puede leerse en la bibliografía biomédica de entonces, de una parte, y, de otra, la versión que los expertos (biólogos y médicos) prapararon para informar a las comisiones legislativas y bioéticas. Los comisionarios no expertos en biología aceptaron sin más averiguaciones la información que los expertos les proporcionaban, una conducta habitual en estos grupos. Forma parte de la estructura misma de las comisiones multidisciplinares de expertos que cada uno de sus miembros dependa de los demás en las materias en la que no es experto. Los comités de bioética, en especial los que llegan a conclusiones consensuadas, viven de la recíproca fe humana de unos miembros en otros.
En concreto: en un comité que considera el estatuto del embrión humano, en lo que toca a la embriología, los no-embriólogos están ante los entendidos en embriología en una relación similar a la de un estudiante ante su profesor. Es una situación que favorece la aceptación sumisa de la información proporcionada por los expertos, aceptación que se hace tanto más gustosa cuanto más intensamente respalda las propias opiniones o intereses. Merece la pena revisar la información embriológica de que se hizo uso entonces: ese es el propósito principal de este libro.
Y esta es su principal conclusión: el tenor general de la normativa legal y las directrices éticas sobre el embrión humano resultó penosamente bland, porque blanda era la embriología en que se apoyaron. No es posible edificar una bioética fuerte sin cimentarla en una biología fuerte, probada, crítica de los datos e ideas que se tienen en cuenta al buscar solución a los problemas estudiados. Se ha repetido mil veces el principio de que no puede haber una buena bioética sin buena biología, pues la bioética correría en ese caso el riesgo de devenir mera ficción. Ese sabio principio ha sido muchas veces desoído. Como se podrá ver a lo largo de los capítulos del libro, se ha hecho, al tratar la reproducción humana, un uso acomodaticio, poco responsable e incluso frívolo de la biología.

1 comentario:

  1. Magnífica aportación..
    Muestra bien claro las "cartas" contra las que tenemos que jugar esta partida.
    Enhorabuena.

    ResponderEliminar