Por José Miguel Serrano.
Se ha dicho que el
Tribunal Supremo de los Estados Unidos de América en una sentencia del 3 de
junio ha hecho más fácil recopilar los
datos genéticos de los ciudadanos. La decisión resolvía un recurso contra la ley de Maryland que
permite a la policía recopilar datos de ADN
de detenidos por delitos graves.
Quizás la expresión “datos genéticos de los ciudadanos”
pueda parecer exagerada si pensamos que la controvertida sentencia ( cinco
votos a favor y cuatro en la opinión disidente) no autoriza a la policía,
específicamente a la de Maryland pero con ella a la de 28 estados, a montar un
servicio recopilatorio de todo tipo de ADNS.
Por el contrario considera que
la toma e inclusión en bases de datos del ADN de detenidos por delitos graves
no es anticonstitucional y guarda la debida proporcionalidad exigida por la
Constitución estadounidense, y por el principio penal de general aplicación.
La base del fallo se encuentra en la idea de que la toma de
muestras se realiza a efectos de identificación del detenido y no de
investigación de “cualquier crimen posible”. Además la ley de Maryland se
refiere a los detenidos por delitos graves, aunque ciertamente la Sentencia del
Supremo no expresa esa posible limitación para el legislador.
Podrían buscarse diferencias con la situación española por
el hecho de en España la instrucción se
lleva a cabo por el juez de instrucción,
y por la existencia de una Ley
orgánica nacional que regula la base de datos policial sobre identificadores
obtenidos a partir de ADN. La intervención judicial sería incluso necesaria cuando la
Instrucción, como es previsible, la lleven los Fiscales. Por otra parte, es
probable que el nuevo Reglamento Europeo sobre bases de datos, previsto para
este año, incluya formalidades más estrictas en el manejo de esta información
sensible.
En principio, parece que hay poco que oponer a la existencia
de registros de ADN de “criminales peligrosos”;
la cuestión es que los criminales peligrosos “strictu sensu” son los
condenados por ciertos delitos y no los sospechosos o detenidos por delitos más
o menos graves, que van a ser los afectados por esta resolución . En Estados
Unidos la investigación acusatoria la realiza el fiscal con apoyo de la policía
y por razón de la protección de las libertades individuales hay una fuerte
reticencia a dar un poder general de
investigación.
En apoyo de la Sentencia se maneja también el dato de las
numerosas exoneraciones debidas al uso de ADN que se han producido en los
últimos años, con la liberación de presos condenados injustamente incluso a la
pena de muerte. Sin embargo, queda por demostrar que el uso masivo de la
recopilación de datos de ADN por la policía beneficie el derecho individual de
un sujeto acusado.
A efectos de clarificación del debate tan útil es la
sentencia como el voto discordante que ha sido redactado por el Magistrado Scalia
y al que se han sumado con matices tres magistrados más.
Es muy relevante la división del Tribunal, los
“conservadores” se han partido, yéndose varios
a la mayoría mientras que el más originalista, es decir, el partidario
de interpretar la Constitución en su sentido original, tal como fue querido por
los Fundadores, Scalia ha encabezado el disenso. A él se han sumado tres magistrados preocupados por
los excesos gubernamentales, más cercanos al denominado sector progresista.
Scalia en su estilo se pregunta si el ponente no ha visto
nunca una serie sobre crímenes en TV, y
si es razonable pensar que el ADN recopilado se usara para identificar al
sospechoso en vez de para investigar su vinculación con cualquier posible
delito sin resolver. Siguiendo su posición tradicional, argumenta que si bien
este tipo de registros puede ser útil es
dudoso que el Constituyente pensase en autorizar a los funcionarios
gubernamentales para que le abriesen la boca a todo el mundo en busca de
pruebas.
En cuanto al uso para la identificación me temo que Scalia,
en su ironía, da ideas que pueden acabar siendo empleadas por los obsesos de la
seguridad, como cuando se refiere a la posibilidad de que la Transportation Security Administration quisiese el ADN para conocer la “verdadera
identidad” de todos los pasajeros. Hay sugerencias que las carga el diablo.
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