domingo, 14 de octubre de 2012

Hoy en la Razón, sobre declaraciones de Wert. No es sólo contenidos.

Hay que estar de acuerdo con el ministro Wert cuando rechaza la indoctrinación separatista en la escuela.  Y debemos estar también de acuerdo con su pretensión de reforzar los contenidos comunes. Pero la experiencia prueba que el principal problema para hacer frente al dominio ideológico de quienes odian o al menos desprecian a España es la inacción concreta de los gobiernos, el abandono de las más elementales obligaciones de quienes tienen justificados sus cargos y su propio existir político en un sujeto constitucional, esto es, la Nación española.
La experiencia muestra que no se han desarrollado los instrumentos de inspección que permiten al Ministerio de Educación, como a tantos otros ministerios, cumplir sus obligaciones constitucionales de garantizar la igualdad y los derechos de los alumnos e impedir el adoctrinamiento. No hay sanciones por no cumplir las obligaciones, no hay revisión de los comportamientos denunciados, no hay apoyo al discriminado.
De hecho, el Estado ha pasado la patata caliente a particulares, Defensor del Pueblo e incluso a los tribunales, olvidando los sistemas de acción administrativos fundamentales. En España saltarse determinadas leyes es impune y la jerarquía normativa, las reservas de ley orgánica o la atribución competencial no entran en juego cuando el ofensor es nacionalista.
Por eso para que los niños o adolescentes de Cataluña, por ejemplo, tengan conciencia de la existencia de una nación común que se llama España no estaría mal que la nación se afirme incluso en el lenguaje de los propios organismos nacionales. Nadie se puede creer lo que no parecen creerse ni los obligados en razón del cargo.  Podría empezarse por recordar que hay una lengua común vehicular, a la que han contribuido personas de todos los territorios, lengua a la que en todo el mundo se llama español, y aquí no, para que no quede rastro de España; podría seguirse por llamar a quienes quieren separar una parte de España  separatistas, y no nacionalistas o soberanistas, pues eso es aceptar el lenguaje del destructor; no estaría mal recuperar el término nacional para lo que se refiere a toda España y desterrar el término estatal, que es como lo separatistas quieren referirse a España, según ellos una no-nación. Hasta al  viejo Instituto Nacional de Meteorología se llama ahora Agencia Estatal para que no se molesten los que se molestan con todo. 
Pero todo camino requiere un primer paso y hay que agradecer a Wert que lo haya dado. La enorme reacción que se ha producido entre quienes tienen el propósito explícito de eliminar la nación común  prueba, además, que el paso es en la buena dirección.

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