miércoles, 10 de octubre de 2012

Comentario illiada. I

Allí una contienda se había entablado y dos hombres pleiteaban por la pena debida a causa de un asesinato:
uno insistía en se había pagado todo en su testimonio público y el otro negaba haber recibido nada y ambos reclamaban el recurso a un árbitro para el veredicto.
Y las gentes al uno y al otro, defensoras de una y otra parte, los aclamaban con gritos de apoyo; y los heraldos, como es natural intentaban contener a las gentes; y los ancianos estaban sentados sobre sus pulidas piedras en el círculo sacro, y en sus manos tenían el bastón de los heraldos, de voz sonora a través del aire, y con ellos se iban  levantando luego, de un salto y poniéndose en pie, y uno y otro, alternativamente, cada cual pronunciaba su sentencia, y había justamente en el medio de los ancianos dos talentos de oro para dárselos, el que entre ellos, mas recta la sentencia pronunciara.

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