domingo, 12 de agosto de 2012

Gasto sanitario y solidaridad. Hoy en la Razón

Una combinación de falta de cálculo y despilfarro ha llevado al Estado español a tener severas dificultades para financiar servicios básicos para sus ciudadanos, que es su primera obligación. Se ha iniciado un recorte en gasto farmacéutico  y se avanza hacia el copago de determinados servicios y eso respecto a personas que han cotizado.
Sin ser la mayor causa de coste es indudable que la falta de control del acceso al sistema sanitario por parte de transeúntes  era una peculiaridad muy llamativa del sistema español que ha provocado incluso un turismo sanitario. Por ello la población española no hubiese entendido que se mantuviera una situación tan  escandalosa.
Cualquier español que se desplace sabe las necesidades de seguro que tiene para ser atendido en el extranjero, por ello es normal que se exijan las mismas condicione para quien se desplace a   España. La situación de los llamados ilegales es más compleja pero parece elemental que no puede ser mas beneficiado de un sistema quien se encuentra ilegalmente en un país, y en sentido estricto debería ser expulsado, que  el propio nacional o que quien se encuentra legalmente  en el país. Las razones de salud pública que se esgrimen no son del todo convincentes pues numerosos países aplican sistemas restrictivos de acceso a los servicios públicos sanitarios  y no parecen afectados por graves problemas de salud pública.
Queda por supuesto la solidaridad. En efecto no hay nada más encomiable que la solidaridad cuando se practica con los propios bienes. Por otro lado todo sistema racional diferencia aquello a lo que se tiene derecho de aquello que se comparte  solidariamente. Bien esta que numerosas organizaciones se preocupen por la atención a personas que lo necesitan y estamos deseosos de que inicien acciones solidarias que obviamente no pueden consistir en aumentar la carga sobre el sistema público de salud, pues eso es solidaridad con dinero ajeno, una forma  poco solidaria y hoy en día inviable.
José Miguel Serrano

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