lunes, 23 de julio de 2012

Eugenismo hipócrita

Hoy en la razón.
Debido al escaso juego de la denominada eugenesia positiva, ésta se ha reducido a la eliminación de personas defectuosas. Por una razón fundamentalmente de sensibilidad no se han extendido estas prácticas al periodo postnatal y por tanto la eugenesia actúa fundamentalmente a través del aborto. Aunque es cierto que los utilitaristas radicales, o consecuentes, no han dudado en escandalizar proponiendo el llamado aborto postnatal, que es el extremo del eufemismo.

Los argumentos  que se utilizaron para disfrazar el carácter eugenésico de los abortos cuando se trata de previsibles anormalidades del feto, fundamentalmente la no exigibilidad de otra conducta en la madre angustiada ante la previsión de la malformación, se han revelado sofísticos cuando se ha generalizado una auténtica  caza de la malformación, sobre todo en los denominados embarazos de riesgo. Al mismo tiempo los defectos justificadores cada vez son más nimios produciendo una especie de derecho al hijo en buenas condiciones. Incluso en la nación más adversa teóricamente al eugenismo, como es Alemania, un  defecto estético en el labio empieza a aceptarse como causa justificadora de aborto.

Las máscaras con las que se encubría la tendencia eugenésica acabaron de caer cuando los tribunales generalizaron la indemnización por no haber advertido de la posible malformación. El efecto real ha sido en nuestras sociedades una discriminación  al «nasciturus» en razón de sus probabilidades de ser deficiente y una aceptación generalizada de prácticas incompatibles con el respeto a la dignidad humana. Así, por una parte, nuestras sociedades con razón abominan del aborto en razón de sexo, como causa explícita pues como causa implícita no se controla, pero por otra han generalizado el aborto por posible malformación.

El efecto discriminador es tan notorio que lo más importante no es el número de abortos por esta causa, aunque posiblemente se encubren algunos por la causa general del riesgo para la salud de la madre, sino  el tipo de valores que ha admitido nuestra sociedad.

Es más, apenas se habla de la intensa presión que se realiza por el sistema sanitario y por la sociedad en general sobre las mujeres que quieren continuar con la gestación de una persona con malformaciones. Con la moralización al revés que padecemos éstas son tachadas de insolidarias o inconscientes, mientras quien aconseja el acto homicida aparece como humanitario.

Por ello debemos alabar que el ministro de Justicia anuncie en estas páginas su intención  de derogar  esta causa justificadora del aborto que marca  a toda nuestra  legislación como eugenista y contraria a la dignidad humana.

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