sábado, 16 de junio de 2012

No es sólo Dívar.

Los viajes del Presidente del Consejo muestran por un lado el vicio personal de cargar de mas en las actividades públicas pero son indicio también de un problema general del sistema político español y de su peculiar garantía de la independencia judicial.
En efecto, el supuesto gobierno de la independencia de los jueces, como tantos órganos constitucionales ha confundido la dignidad de la función con la capacidad del despilfarro, la reproducción de esquemas políticos y la carga sobre la colectividad. No tiene sentido ni el número, ni sobre todo la retribución disparatada que llega en el caso del Presidente a doblar la del Presidente del Gobierno. Para lo que hacen de inspección y de gestión sobra mas de medio organismo.
Esta reproducción del aparato del Estado, en competencia con los otros poderes, genera una carrera por la escolta, que tiene que tener un nivel similar al de los otros "órganos del estado", la sala de autoridades del aeropuerto ( con un Gobierno de los jueces que supera claramente al propio Consejo de Ministros miren si hay autoridades para la Sala), letrado, asesores  etc. Hemos vivido un florecimiento de los protocolos que riase usted de la Corte de Borgoña o de la de Versalles.
Uno puede preguntarse si para presidir un Tribunal Supremo, sacar unos pocos informes y pelear por unos nombramientos hace falta tanto. En este caso todos sabemos de donde sacan pa tanto como destacan, del erario, mas precisamente del exhausto erario.
La denominada politización del organismo no consiste sólo, frente a lo que se dice, en la influencia de la partitocracia en la elección y posterior alineamiento de votos de los consejeros, sino  en el propio juego político del Consejo dedicado a la emboscada de una forma permanente, a hacer política en su peor sentido.
Por eso al mirar las facturas de Dívar no podemos olvidar la factura que le pasa un consejero. Una factura que tiene mucho que ver  con las sentencias del Supremo y la acción (normal y obligada) del Consejo tras la sentencia de inhabilitación a Garzón. Por eso, para que la moraleja no sea lo terrible que esta siendo, el asunto no puede acabarse sólo con la dimisión de Divar. Hace falta una reforma que solucione la "politización" de la justicia o mas precisamente que evite que ciertos lobbies sigan haciendo política judicial.

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