lunes, 24 de octubre de 2011

La sangre de los vencidos. Sobre Gadafi en El Confidencial Digital

Pero si su ritual sangriento  queda simplemente en eso, una salvaje violencia, plantea el severo problema de  transmitir la culpabilidad de la sangre nuevamente derramada,  esto es,  hacia donde desviar la culpa. Antiguamente se culpaba al propio cuchillo de la sangre de la víctima o se simulaba un destierro. Ahora la ONU, implicada por vía de acuerdo hipócrita  en el derrocamiento de Gadafi, parece que anuncia una investigación. Una de esas investigaciones que parecen diseñadas para enterrar todo tipo de culpabilidades.
De la tortura y asesinato  de Gadafi me preocupa lo que no se ve. Cuando se mira la foto milanesa de los dos amantes Benito y Clara colgados boca abajo, el imperdible puritano colocado en la  falda de la mujer fusilada y colgada apenas oculta hipócritamente  lo que estaba ocurriendo por toda la Italia liberada,  con la oleada de asesinatos y violaciones que siguieron al momento liberador. Han hecho falta muchos años para que un autor como Pansa escribiera los volúmenes sobre la “Sangre de los vencidos”, una sangre habitualmente ocultada.
Debemos confiar en  que, en estos momentos, más que esperar  a una futura obra acerca de lo que está ocurriendo podamos poner coto a los acontecimientos. Sería interesante que los medios, la OTAN o la propia Chacón que nos incorporó a la guerra de ataques aéreos contra los ataques aéreos contra los civiles nos den cuenta de lo que se está haciendo para que los prisioneros, nadie habla de los prisioneros,  sean tratados conforme a las reglas que la OTAN dice aplicar. Si las tropas de nuestros aliados tienen el comportamiento que hemos visto con Gadafi es de temer que la población civil no adicta a los nuevos demócratas de la primavera árabe lo esté. pasando muy mal, por usar el eufemismo. También es de temer que los parientes y amigos de quienes no se pasaron a tiempo de bando, o los mismos colaboradores del régimen, deban temer la justicia sumaria que se está aplicando en Sirte. Barbarie probablemente islamista con la que se dice contestar a la barbarie baasista de Gadafi.
Ya Héctor confiaba en estar bien muerto para no oír el grito de su mujer cuando la arrastrarán. Si la regla terrible del caudillo galo:” Vae victi” es inexorable, al menos se nos debe permitir exponer nuestra protesta.
José Miguel Serrano es profesor titular de Filosofía del Derecho de la Universidad Complutense de Madrid.

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