En un artículo en un medio de nombre significativo "The Chronicle of Higher Education" se reconocía que, al menos en Nueva York, el pensamiento se había refugiado en revistas de pequeña tirada y era protagonizado por escritores que no aspiraban a "una carrera universitaria". Con sentido crítico se observaba que a partir de los sesenta, los pensadores cooptados por el sistema académico habían dejado de pensar, para lanzarse a escribir conforme a unos canones universitarios, por los que predomina el sistema de citas de artículos que nadie lee en artículos destinados a que nadie los lea. La especialización, la obligación de seguir los temas admitidos, la necesidad de un patrón y el principio "publish or perish" habían terminado con toda expresión inteligente.
La cosa viene de lejos y ya Schopenhauer, Bloy o el mismo Gómez Dávila nos habían prevenido contra la taxidermia universitaria.
En consecuencia, al enseñar los sistemas de abstract, palabras clave y citas académicas no hacemos sino enseñar un manual de supervivencia en un entorno hostil al pensamiento. El alumno debe conocer los límites del sistema y no buscar en él un verdadero pensamiento.
Lo importante es que no ahogue la curiosidad, se vea impelido a leer fuera de los canones, mantenga la sinceridad y el buen gusto en la expresión y no perezca por las citas. Que no cierre su mente, ni su expresión, en los límites de una sola disciplina y que recuerde el duro axioma gomezdaviliano "las ideas esclavizan al que tiene pocas."
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